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domingo, 27 de mayo de 2012

Mil razones para irse, pero un millón para quedarse y luchar


     Muchas gracias al colega periodista Asdrúbal Barrios por este correo electrónico que transcribo textualmente:

Caracas, ciudad de oportunidades

     En ningún país te van a recibir con las arepas abiertas, listas para ponerles la mantequillita y el queso de mano. El cambio empieza por uno mismo.
Escrito por @niTanConde
    Sé que deben estar cansados de escuchar opiniones, insultos y alabanzas (de todo hay en la viña del Señor) acerca el famoso video de los niños estos (nótese el cinismo) del este que se vanaglorian de su burbuja social y explican, de una forma muy colorida, por qué se irían de nuestro hermoso y caótico país. Pero, aún así, me siento en la necesidad de escribir al respecto. Posiblemente, lo que vayan a leer aquí ya lo hayan leído en otro lado. Pero, aún así, me siento en la necesidad de escribir al respecto. Posiblemente, compartan algunas cosas que leerán aquí y no necesitan leerlas para saberlas. Pero, aún así, me siento en la necesidad de escribir al respecto. Ok, ya.
    Voy a ser muy honesto. La verdadera razón por la que comencé a escribir este artículo tiene nombre y apellido. Hace un rato mi novia me estaba contando que tuvo esa típica (nueva) conversación con su familia: “Si gana Chávez, para dónde te vamos a mandar, hija, este país no tiene futuro”. Es probable que todos, dentro de nuestra burbuja, hayamos tenido esta conversación vergonzosa, que, por alguna razón, no lleva a nada (realmente, ¿cuántos de nosotros ya compramos el pasaje para irnos? Casi ninguno, y si, por si acaso, no has sacado la cuenta, quedan 4 meses y medio para el 7O). Esto me produjo un escalofrío muy profundo y muy egoísta. Amo a esta niña y no puedo imaginar estar separado de ella. Parto de ese sentimiento egoísta e inmaduro para continuar con mi idea.
    El problema del venezolano no es su adicción por el circo, el problema es lo rápido que se aburre de la función de la semana. Antes que se vayan a hartar de hablar sobre Caracas, ciudad de despedidas, denle la importancia que se merece. Para mí fue asombroso descubrir que niños (nótese el cinismo, nuevamente) contemporáneos conmigo tuviesen la misma línea de pensamiento pero expresada de una forma tan diferente. ¿Por qué hay personas en la búsqueda de razones para irse, en vez de estar buscando razones, generando razones, creando razones, para quedarse? 
   Sencillo, y me atrevo a decir esto de la forma más visceral y subjetiva: estos niños jamás han tenido que luchar por lo que tienen. No saben lo que es bajar y subir 1.500 escalones, tomar un jeep, una camionetica y el metro para un miserable sueldo mínimo. Pero a quién engaño, yo tampoco lo sé, y hasta ahora, pareciese que les doy la razón. Sólo algo nos diferencia (y no me refiero al romanticismo que me ata a mi novia): yo creo que puedo ser feliz en mi país.
    Yo soy feliz en mi país. La felicidad es un concepto bastante abstracto, así que déjenme definirle rápidamente qué es felicidad para mí: esa sensación antes de dormir que te permite lanzar un último suspiro de alivio, porque después de todos los problemas del día, el caos, las preocupaciones, las colas, los crímenes, las injusticias, el calor, el frío, sigues ahí. Sigues sonriendo, sigues besando, sigues trabajando. Sobrevives. Suena horrible, lo sé. Lo que me diferencia de estos niños es que sobrevivo con esperanzas. Me duele ver cómo personas tan jóvenes perdieron la esperanza. Si la esperanza es lo último que se pierde, ¿qué les queda a estos niños? El holocausto zombie llegó a Venezuela, y tiene forma de artistuchos bohemios intensos y comunicadores sociales que idolatran Baires.
     Un país en crisis es un país de oportunidades. Los cobardes huyen, los valientes montan un puesto de perro caliente en la avenida Francisco de Miranda y ligan a que no los asalten cuando cierren caja en la noche. Que perspectiva tan terrible. Aunque, averigüen cuánto factura un carrito de perro calientes al mes. Se caerán de culo. *¿Aún estás tratando de descifrar si estoy hablando en serio o cínicamente verdad?* Es sólo un ejemplo (un ejemplo real). Antes que se infarten con la idea de ser perrocalenteros, entiendan lo que trato de decir.
      Éste es el país donde nací, y éste es el país donde quiero morir (no en manos del hampa, que gracias y que ok). Venezuela tiene mil razones para irse, pero tiene un millón de razones para quedarse y luchar. En ningún país te van a recibir con las arepas abiertas, listas para ponerles la mantequillita y el queso de mano. El cambio empieza por uno mismo. Yo soy un ingeniero que decidió usar el título como papel toalet y tomó la iniciativa de conformar una empresa, porque las oportunidades, por más escasas que se pinten, están aquí. Aquí está mi familia, aquí están mis amigos y aquí están mis ganas de echar pa´lante. ¿Tú, vas a huir o quieres echarle bolas conmigo? Hay oportunidades y sobra la esperanza.
     Recuerda, si fuera fácil, sería aburrido.
Oscar G. Jimenez V oscarjimenez@grafito.es
23 may (hace 2 días)
para AsdrubalabreuValeraisabeloteromedinacibertobydelgadoporrasdavid_xeroxtea.duendin2edecio.brito.e.Rosanarbarrios13romerozavatimiriam.callega.mcardenas95mayadelri2904luismorenogomezsierraLealGómezgustavobarrioso
¿Quién es este tonto?
Que tilda de cobardes a los que nos hemos ido o a los que aspiran a una vida mejor
Yo respeto profundamente a los que creen en un futuro en Venezuela, pero ni califico a nadie ni puedo aceptar que lo hagan conmigo porque hace 6 años agarre 2 maletas, una con ropa y otra con libros y me fui pal carajo.
En 1992 funde mi primera empresa que murió en 1994 con la crisis bancaria y no me fuí, me quede echandole bola
En 1995 funde la segunda, la ilusión duro hasta el 98 por alguna inestabilidad del país que ahora no quiero recordar
En 1999 la tercera, que hasta el paro en 2002 funciono viento en popa. 
2003 fue de replanteamientos, hasta 2005 cuando viajé a buscar negocios para llevar a Venezuela, negocios que se acabaron gracias a las matracas y a los funcionarios de aduanas, lo de siempre.
Pero hermano, después de probar el lomito no quieres volver a comer en MacDonalds.
En el exterior me di cuenta de que en Venezuela tendría que recomenzar 100 veces y estuve dispuesto a hacerlo, porque me quede un año mas en Venezuela.
En 2005, luego de mi viaje, probé lo que se siente tener una pistola en la cabeza, meses después lo que es estar secuestrado mientras vacían tus tarjetas de crédito, hasta que dejé todo y como dicen los niños del video "Me fui demasiado".
Así que si a la novia de este personaje le plantean la solución de un futuro mejor, yo le aconsejo forjarlo en el extranjero y si hay amor se lucha por el el cobarde de su novio tendrá que demostrar que tiene bolas y buscarla en el país que sea y echarle bolas a ver si aguanta.
    Se contradice cuando dice que uno es cobarde y cuando reconoce que en ningún país es fácil. Lo primero no es cierto, Hay que tener bolas para llegar a un pais distinto donde no se conoce a nadie y cuando tienes que demostrar realmente que eres mejor que cualquiera de los locales.
    Este elemento que no quiero calificar, no sabe que no es necesario subir 1500 escalones, YO LOS SUBí Y LOS BAJÉ muchas veces, pues con mi primera empresa llegue a echarle agua a muchos niños cuyos padres trabajaban conmigo.
      A este sujeto le recomiendo que se pase una temporada fuera, así sean 3 meses y sepa lo que es caminar de noche, caerte a palos donde quieras, si quieres en una plaza pública siempre que no molestes a los demás, pagar una multa por no meter monedas en un parquímetro, en fin, a respetar, porque una de las cosas que se han perdido en Venezuela, es el respeto.
     Quiera Dios que pase pronto el chavismo, espero ir a votar en Venezuela en Octubre, pero hay que poner los pies en la tierra y saber que una vez que se acabe la pesadilla de Chávez, tendrán que pasar mínimo 10 años para volver a construir todo lo que ha hecho añicos y otros 10 para llevar a Venezuela a nivel del año 2000. Si este sujeto tiene apenas 25 años, podrá disfrutar del la labor hecha cuando tenga 45.
Tal vez es lo que pense yo cuando me fui, y tenia mucho mas de 30.
    6 años después de mi partida, puedo disfrutar de una familia si quiero, puedo visitar a esa tierra maravillosa que es Venezuela y que puede ser un punto de oportunidades para muchos, pero la verdad es que no es para todos.
         Lastima que a ese bello país le cueste tanto asimilar los cambios de siglo, siempre los recibe en manos de tiranos en el poder y cortos de vista del otro lado. 







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Cordialmente


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