|
|
BON APETTIT HERMANO MIO
|
«No podemos reconciliarnos con la idea de una democracia de baja intensidad»
Publican en Italia “Nosotros como ciudadanos. Nosotros como pueblo” (Jaka Book, 96 pp.), volumen dedicado a la conferencia que el cardenal Bergoglio pronunció en ocasión del Bicentenario de la Nación Argentina y que resume sus ideas sociales
JORGE MARIO BERGOGLIO
Publican en Italia “Nosotros como ciudadanos. Nosotros como pueblo” (Jaka Book, 96 pp.), volumen dedicado a la conferencia que el cardenal Bergoglio pronunció en ocasión del Bicentenario de la Nación Argentina y que resume sus ideas sociales. El prefacio es del secretario de Ivstitia e Pax, Mario Toso. Este es un fragmento de la conferencia del entonces arzobispo de Buenos Aires.
JORGE MARIO BERGOGLIO
El diagnóstico de divorcio entre dirigencia-pueblo, elite-pueblo ha figurado en la mayoría de los trabajos de análisis sobre nuestra evolución histórica y por tan repetido nos lo olvidamos. La dirigencia, muchas veces, suele formarse en ambientes y perspectivas ajenas al sentir popular y a esta diferenciación “cultural” se le ha sumado el factor económico que ha cooptado el poder dirigente.
Nuestra política no ha estado, muchas veces, decididamente al servicio del bien común, se ha convertido en una herramienta de lucha por el poder que sirve a intereses individuales y sectoriales; de posicionamientos y ocupación de espacios, más que de conducción de procesos y no ha sabido, no ha querido o no ha podido poner límites, contrapesos, equilibrios al capital y de ese modo erradicar la desigualdad y la pobreza que son los flagelos más graves del tiempo presente.
En este punto no hay oficialismos ni oposiciones, hay un fracaso colectivo. Este es un sayo que nos cabe a todos.
Muchos podrán explicar lo difícil que es dirigir un país en un tiempo de grandes mutaciones y en un contexto global en el cual muchas de las decisiones quedan fuera del alcance de nuestras dirigencias. Pero en lo que nos toca a nosotros fronteras adentro, corresponde dejar de señalar al de al lado, o al de atrás, porque lo que hemos terminado dejando al lado y atrás, y finalmente afuera de todo, es a una importante porción de nuestros hermanos.
No podemos reconciliarnos con la idea de una democracia de baja intensidad, de niveles de pobreza como los que aún tenemos, de la falta de definición de un proyecto estratégico de desarrollo y de inserción internacional, de un rasgo de nuestra cultura política que juega al “todo o nada” en cada tema, que coloca cuestiones que son del orden de lo opinable, discutible, negociable, modificable en el límite, como si en ellas se jugara la existencia misma de la Nación, y así se coloca en grave riesgo la convivencia, la estabilidad, la gobernabilidad, la necesaria tranquilidad de la vida en democracia y lo que es más grave aún, poniendo en riesgo lo que nos costó tanto conseguir: el crecimiento económico, el incremento del empleo registrado, el alivio relativo de la pobreza, una serie de medidas positivas como la asignación “universal” y la integración en la región, por dar sólo algunos ejemplos.
Es en ese marco que la dirigencia tiene un papel fundamental para jugar, para favorecer escenarios que contribuyan al desenvolvimiento de una democracia participativa y cada vez más social.
Frases sueltas de este contexto anterior:«No podemos reconciliarnos con la idea de una democracia de baja intensidad»
Publican en Italia “Nosotros como ciudadanos. Nosotros como pueblo” (Jaka Book, 96 pp.), volumen dedicado a la conferencia que el cardenal Bergoglio pronunció en ocasión del Bicentenario de la Nación Argentina y que resume sus ideas sociales
JORGE MARIO BERGOGLIO
Publican en Italia “Nosotros como ciudadanos. Nosotros como pueblo” (Jaka Book, 96 pp.), volumen dedicado a la conferencia que el cardenal Bergoglio pronunció en ocasión del Bicentenario de la Nación Argentina y que resume sus ideas sociales. El prefacio es del secretario de Ivstitia e Pax, Mario Toso. Este es un fragmento de la conferencia del entonces arzobispo de Buenos Aires.
JORGE MARIO BERGOGLIO
El diagnóstico de divorcio entre dirigencia-pueblo, elite-pueblo ha figurado en la mayoría de los trabajos de análisis sobre nuestra evolución histórica y por tan repetido nos lo olvidamos. La dirigencia, muchas veces, suele formarse en ambientes y perspectivas ajenas al sentir popular y a esta diferenciación “cultural” se le ha sumado el factor económico que ha cooptado el poder dirigente.
Nuestra política no ha estado, muchas veces, decididamente al servicio del bien común, se ha convertido en una herramienta de lucha por el poder que sirve a intereses individuales y sectoriales; de posicionamientos y ocupación de espacios, más que de conducción de procesos y no ha sabido, no ha querido o no ha podido poner límites, contrapesos, equilibrios al capital y de ese modo erradicar la desigualdad y la pobreza que son los flagelos más graves del tiempo presente.
En este punto no hay oficialismos ni oposiciones, hay un fracaso colectivo. Este es un sayo que nos cabe a todos.
Muchos podrán explicar lo difícil que es dirigir un país en un tiempo de grandes mutaciones y en un contexto global en el cual muchas de las decisiones quedan fuera del alcance de nuestras dirigencias. Pero en lo que nos toca a nosotros fronteras adentro, corresponde dejar de señalar al de al lado, o al de atrás, porque lo que hemos terminado dejando al lado y atrás, y finalmente afuera de todo, es a una importante porción de nuestros hermanos.
No podemos reconciliarnos con la idea de una democracia de baja intensidad, de niveles de pobreza como los que aún tenemos, de la falta de definición de un proyecto estratégico de desarrollo y de inserción internacional, de un rasgo de nuestra cultura política que juega al “todo o nada” en cada tema, que coloca cuestiones que son del orden de lo opinable, discutible, negociable, modificable en el límite, como si en ellas se jugara la existencia misma de la Nación, y así se coloca en grave riesgo la convivencia, la estabilidad, la gobernabilidad, la necesaria tranquilidad de la vida en democracia y lo que es más grave aún, poniendo en riesgo lo que nos costó tanto conseguir: el crecimiento económico, el incremento del empleo registrado, el alivio relativo de la pobreza, una serie de medidas positivas como la asignación “universal” y la integración en la región, por dar sólo algunos ejemplos.
Es en ese marco que la dirigencia tiene un papel fundamental para jugar, para favorecer escenarios que contribuyan al desenvolvimiento de una democracia participativa y cada vez más social.
* «El ciudadano no es el montón, no es el rejunte. Existe una diferencia sustancial y cualitativa entre masa y pueblo. Pueblo es la ciudadanía comprometida, reflexiva, consciente y unida tras un objetivo o proyecto común.
* En esta perspectiva, la reflexión sobre el ciudadano, la reflexión existencial y ética, culmina siempre en vocación política, en la vocación de construir con otros un pueblo-nación, una experiencia de vida en común en torno a valores y principios, historia, costumbres, idioma, fe, causas, sueños compartidos…».
No hay comentarios:
Publicar un comentario