“O me mandan a buscar o me tiro al Sena”
Reverón, El pintor de la luz
(10/5/1889-18/9/1954)
El Dios de los pintores le llamó Ferdinandov
El Dios de los pintores le llamó Ferdinandov
Reverón
Ali Primera
http://youtu.be/gDTbdoZBOy8
El 10 de mayo, fecha de nacimiento de Armando Reverón, El Dios de los pintores, a criterio de Nicolás Ferdinandov, se conmemora en Venezuela El Día del Artista Plástico, en homenaje al hijo de Julio Reverón Garmendia y Dolores Travieso Montilla El mejor pintor venezolano del siglo XX, nacido en el seno de una familia acaudalada terminó sus días agobiado por la miseria.
A pie y sin dinero
A pesar de su gran fama como pintor reconocido internacionalmente, incluso por pintores famosos como él, Reverón vivió pobremente, una pobreza tal que ni siquiera tenía dinero para viajar en tren de La Guaira a Caracas, por lo cual hacía el trayecto a pie.
“Las largas caminatas le producen llagas en las plantas de sus pies y brotan gusanos en uno de ellos”, cuentan sus biógrafos, principalmente el más estudioso de su vida y trayectoria, Alfredo Boulton, quien le escribió el libro La Obra de Armando Reverón.
Boulton escribió en ese libro: “Era un hombre quieto, más bien taciturno y hermético, con cierta dificultad de expresión; de poca sociabilidad. Durante el tiempo que estuvo en La Guaira hizo apuntes al carboncillo y fue poca su obra al óleo”.
Sumido en extrema pobreza, Reverón vendía obras importantes a precios muy bajos para saldar una deuda de 2.500 bolívares que mantenía con la pulpería Las Quince Letras.
O me mandan a buscar o me tiro al Sena
Estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes, donde al año siguiente, su rendimiento mereció la postulación de los profesores para una beca de estudios en Europa, y su madre le ayudó a costear el viaje a Barcelona, España, donde ingresó a la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes.
Luego de estudiar a Goya y El Greco, Reverón regresó a Venezuela a fines de 1912. Regresó sin dinero, con ideas brillantes y, luego de una corta estadía en el país, volvió a España donde se inscribió en la Academia de San Fernando, en Madrid, en los cursos de Antonio Muñoz Degrein y José Moreno Carbonero.
Estando en París, a Reverón no le gustaron y rechazó las obras de los creadores que estaban en boga en la ciudad. No despertaron ningún interés en él los trabajos de Cézzane, Pablo Picasso, Chagal o Modigliane.
Escribió una carta a su madre, en donde expresaba que o me mandan a buscar o me tiro al Sena.
Al contrario de estos artistas mencionados, tuvo mucha influencia del pintor Nicolás Ferdinandov, uno de los pintores más relevantes del siglo XX, cuyo trabajo “está impregnado de un humor y una fantasía que encuentran su resonancia en el subconsciente”, a juicio de la crítica.
Ferdinandov influyó en Reverón con sus consejos, que fueron determinantes para el futuro del pintor venezolano: conseguirse algo de dinero, comprar una vivienda para aislarse y compartir su vida con una mujer humilde.
En 1918 conoció a Juanita, con quien compartió el resto de su vida, convirtiéndola en su compañera, modelo y cómplice.
Reverón, el Dios de los pintores
En 1920, Reverón expuso en los salones de la antigua Universidad Central de Venezuela. Con 12 óleos que muestran sus primeros temas sobre Macuto, el gran pintor venezolano compartió espacios con los trabajos de Federico Brandt, Rafael Monasterios y Ferdinandov, quien aseguraba que Armando Reverón era el Dios de los pintores.
En 1921 construyó su rústica vivienda a la sombra de los cocotales, los almendros y las uvas de playa. fue allí cuando su vida cambió: envuelto en excentricidades, fue reflejando cada vez más su esquizofrenia.
Si no viene de fuera no tiene valor
Reverón creó sus muñecas para que ocuparan el lugar de
modelos que ya no podía pagar, para luego establecer con ellas una relación muy
estrecha que se intensificará durante el resto de su vida hasta su muerte.
A principios de la década de los 30, aislado y a la caza de la luz, hizo sus
primeros autorretratos. Alfredo Boulton
organizó una exposición en el Ateneo de
Caracas para ayudar al artista, pero se vendieron pocas obras y 200
bolívares fue el mayor monto alcanzado por una de ellas. Años más tarde,
algunos de estos cuadros fueron expuestos en la galería Katia Granoff, de París cotizándose en 30.000 bolívares.
El 10 de mayo, fecha de nacimiento de Armando Reverón, El Dios de los pintores, a criterio de Nicolás Ferdinandov, se conmemora en Venezuela El Día del Artista Plástico, en homenaje al hijo de Julio Reverón Garmendia y Dolores Travieso Montilla El mejor pintor venezolano del siglo XX, nacido en el seno de una familia acaudalada terminó sus días agobiado por la miseria.
A pie y sin dinero
A pesar de su gran fama como pintor reconocido internacionalmente, incluso por pintores famosos como él, Reverón vivió pobremente, una pobreza tal que ni siquiera tenía dinero para viajar en tren de La Guaira a Caracas, por lo cual hacía el trayecto a pie.
“Las largas caminatas le producen llagas en las plantas de sus pies y brotan gusanos en uno de ellos”, cuentan sus biógrafos, principalmente el más estudioso de su vida y trayectoria, Alfredo Boulton, quien le escribió el libro La Obra de Armando Reverón.
Boulton escribió en ese libro: “Era un hombre quieto, más bien taciturno y hermético, con cierta dificultad de expresión; de poca sociabilidad. Durante el tiempo que estuvo en La Guaira hizo apuntes al carboncillo y fue poca su obra al óleo”.
Sumido en extrema pobreza, Reverón vendía obras importantes a precios muy bajos para saldar una deuda de 2.500 bolívares que mantenía con la pulpería Las Quince Letras.
O me mandan a buscar o me tiro al Sena
Estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes, donde al año siguiente, su rendimiento mereció la postulación de los profesores para una beca de estudios en Europa, y su madre le ayudó a costear el viaje a Barcelona, España, donde ingresó a la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes.
Luego de estudiar a Goya y El Greco, Reverón regresó a Venezuela a fines de 1912. Regresó sin dinero, con ideas brillantes y, luego de una corta estadía en el país, volvió a España donde se inscribió en la Academia de San Fernando, en Madrid, en los cursos de Antonio Muñoz Degrein y José Moreno Carbonero.
Estando en París, a Reverón no le gustaron y rechazó las obras de los creadores que estaban en boga en la ciudad. No despertaron ningún interés en él los trabajos de Cézzane, Pablo Picasso, Chagal o Modigliane.
Escribió una carta a su madre, en donde expresaba que o me mandan a buscar o me tiro al Sena.
Al contrario de estos artistas mencionados, tuvo mucha influencia del pintor Nicolás Ferdinandov, uno de los pintores más relevantes del siglo XX, cuyo trabajo “está impregnado de un humor y una fantasía que encuentran su resonancia en el subconsciente”, a juicio de la crítica.
Ferdinandov influyó en Reverón con sus consejos, que fueron determinantes para el futuro del pintor venezolano: conseguirse algo de dinero, comprar una vivienda para aislarse y compartir su vida con una mujer humilde.
En 1918 conoció a Juanita, con quien compartió el resto de su vida, convirtiéndola en su compañera, modelo y cómplice.
En 1918 conoció a Juanita, con quien compartió el resto de su vida, convirtiéndola en su compañera, modelo y cómplice.
Reverón, el Dios de los pintores
En 1920, Reverón expuso en los salones de la antigua Universidad Central de Venezuela. Con 12 óleos que muestran sus primeros temas sobre Macuto, el gran pintor venezolano compartió espacios con los trabajos de Federico Brandt, Rafael Monasterios y Ferdinandov, quien aseguraba que Armando Reverón era el Dios de los pintores.
En 1921 construyó su rústica vivienda a la sombra de los cocotales, los almendros y las uvas de playa. fue allí cuando su vida cambió: envuelto en excentricidades, fue reflejando cada vez más su esquizofrenia.
Si no viene de fuera no tiene valor
Reverón creó sus muñecas para que ocuparan el lugar de
modelos que ya no podía pagar, para luego establecer con ellas una relación muy
estrecha que se intensificará durante el resto de su vida hasta su muerte.
A principios de la década de los 30, aislado y a la caza de la luz, hizo sus
primeros autorretratos. Alfredo Boulton
organizó una exposición en el Ateneo de
Caracas para ayudar al artista, pero se vendieron pocas obras y 200
bolívares fue el mayor monto alcanzado por una de ellas. Años más tarde,
algunos de estos cuadros fueron expuestos en la galería Katia Granoff, de París cotizándose en 30.000 bolívares.
La obra de Armando Reverón muestra su interés por la acción de la luz sobre las formas. Fue un entusiasta del impresionismo francés; su pintura evolucionó a la abstracción y el simbolismo. Los temas preferidos fueron el paisaje y el desnudo femenino.
la maja criolla/oleo sobre lienzo
Período azul
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Investigación, texto e ilustración
Elba Romero López
@ElbaRomeroLopez
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