Canto a la Cruz de Mayo
Gajillo
http://youtu.be/CQa8svqMSwA
Cantos de velorio de Cruz de Mayo
(Cojedes)
Santísimo Sacramento
Santísima Cruz de Mayo
a Cristo le dio un desmayo
y quedó desfigurado
¡Oh, qué caro le ha costado!
Al Divino Redentor
y sufriendo aquel dolor
que Longino le ha alanceado
por librarnos del pecado
sacramentado Señor.
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El Santísimo madero
“Yo vi al sol eclipsar
una luz sin resplandor
Un soberano señor
al pie de la cruz clavado
Vi a un justo ajusticiado
pendiente de aquel madero
y con aliento postrero
se marchitó aquella rosa
dándole su luz hermosa
al más brillante lucero”.
VELORIOS DE CRUZ DE MAYO
El Velorio de Cruz de Mayo es una de las manifestaciones culturales más ricas del Oriente
venezolano. Esta costumbre, que conjuga religión y folklore, se ha asentado en
estas tierras desde la colonia, mezclándose con aportes indígenas y africanos.
En los tiempos de la colonia, al llegar
el mes de marzo, se adornaba la cruz con las primeras flores del año, como
ofrenda para obtener buenos frutos. En nuestro país, se siguió con esta
tradición de vestir a la cruz como vínculo con la tierra y las lluvias. Pero
con el paso del tiempo, la celebración se convirtió en sinónimo de fiesta.
Estas fiestas van acompañadas de distintas
manifestaciones musicales de la región, y desde el principio esta festividad
religiosa se acompaña con galerones, punto y llano, fulías, malagueñas, romances
y tonos. Los instrumentos utilizados son: cuatro, mandolín, guitarra, tambor
cuadrado, maracas y acordeón. Se reparten también bebidas y dulces típicos.
(Cruz de Mayo ecológica, de 5, 5 metros de altura, hecha
por estudiantes de la UNELLEZ-San Carlos)
Santísimo Sacramento
Santísima Cruz de Mayo
a Cristo le dio un desmayo
y quedó desfigurado
¡Oh, qué caro le ha costado!
Al Divino Redentor
y sufriendo aquel dolor
que Longino le ha alanceado
por librarnos del pecado
sacramentado Señor.
La realización de los velorios de la Cruz de Mayo es
parte del conjunto de tradiciones de la religiosidad popular, que rebasan
varios siglos de antigüedad y de la que se desprenden notables creencias que
enlazan lo pagano y lo sagrado.
El cruce de los maderos sagrados regados con el sudor, la
carne y la sangre del hijo de Dios es un imagen conmovedora como muy pocas. En
los llanos la tradición de "el árbol florido" (cubierto de flores
naturales o de papel) tuvo desde el comienzo un inicio festivo, a la vez que
religioso, que los campesinos y peones
de los hatos vinculaban con el lucero, estrella de la Cruz Mayor, que alumbra
las noches de mayo. El poeta Evangelisto Hermoso lo pinta así:
“Yo vi al sol
eclipsar
una luz sin
resplandor
Un soberano
señor
al pie de la
cruz clavado
Vi a un justo
ajusticiado
pendiente de
aquel madero
y con aliento
postrero
se marchitó
aquella rosa
dándole su
luz hermosa
al más
brillante lucero”.
Los llaneros y muchos otros pueblos asocian esta
ceremonia con la crucifixión de Cristo (al centro), al lado de Gestas (a la
izquierda) y de Dimas, El Buen Ladrón (a
la derecha). El hecho ocurrió en el cerro de El Calvario, de allí que se
coloquen tres cruces en el alto (o altar). Las peticiones al “sagrado madero”
comienzan desde ese momento: A Dimas, un reconocido ladrón, se le concedió su
petición de ir al cielo junto a Cristo, gracias a su fe en el hijo de Dios.
Lo que se pida a la Cruz Divina será otorgado en la
medida misma de la fe del suplicante. Pero lo que ofrece se tiene que cumplir,
porque así lo establece la tradición. Es obligación "pagar" el favor
concedido. El pago de la promesa (compromiso entre el suplicante y la Cruz) no
es cosa de juegos, ya que la mayoría de los casos se hace para rogar por salud.
Al respecto veamos esta décima argumentada:
“Los
pobres hijos de Eva
siempre
invocamos a ti
y con dolor
suspiramos
perdona que
te ofendí
a vuestros
pies me rendí
Oh divina
Santa Cruz
digamos los
mandamientos
en el santo
sacramento
Das al
enfermo salud”.
La celebración de la Cruz de Mayo también está asociada a
la lluvia, que el folklore conviene que las lágrimas derramadas por la Virgen
María conmovieron hasta el mismo cielo, el cual se cubrió de negro, pero, de inmediato
cuatro relámpagos (representados ahora por las cuatro velas blancas que colocan
los devotos), iluminaron esa oscuridad anunciando un fuerte aguacero que hizo
la abundancia y fertilidad de la tierra.
Por ello la costumbre de adornar las cruces con flores,
con lo cual se recuerda esta circunstancia. Igualmente, las velas y los frutos
que se colocan en los altares donde se eleva la Cruz de Mayo, recuerdan ese
momento sobrenatural, mágico y bendito a la vez.
En mayo empieza el invierno, la sabana reverdece, las
plantas lucen trajes nuevos, formando un paisaje bello, un escenario adecuado
para los velorios y fiestas a la cruz. Esto es, en esencia, tradición,
creencias y religiosidad, conjugados con el hombre llanero, la tierra, la
lluvia que hace florecer los campos.
Las bebidas, infaltables en esta celebración
pagano-religiosa, se sirven de acuerdo a la región, llevándose las palmas la guarapa" o "guarapita" y es una
"fuente" que no se puede "secar", es decir, siempre habrá
para "tomar" de ella.
La sabiduría popular recuerda los pasajes de la vida,
muerte y resurrección de Jesucristo y cada año en mayo revive y recrea de
acuerdo a la tradición oral, en la celebración de los velorios de cruz. En los llanos
venezolanos, siguiendo la historia sagrada, se hacen rezos, declamaciones y
cantos, unidos hombres y mujeres, ancianos y niños de una misma familia junto a
las de los otros.
Comparten un altar, piezas de literatura oral, ofrendas,
velas, bebidas y aguardan con sumo respeto y profunda esperanza que los honores
a esa cruz les lleven algo de felicidad a sus vidas y las de sus seres
queridos. El Velorio de La Cruz de Mayo es para compartir.
En estos velorios siempre están presentes los símbolos con los cuales la
poesía popular y la acción poética de los devotos llaneros (y de otras
latitutes) se identifican y son, entre otras las que se nombran enseguida. Es
el folklore espiritual presente siempre:
a) En el altar Jesús tuvo
su última cena y en la cruz su final aliento. Ambos instantes no son
culminación de la existencia sino el inicio de un pacto renovador de vida.
b) Solo, el cuerpo de
Cristo puede ocupar la cruz, siendo así su legítimo dueño. Su cuerpo no tiene
animación etérea ni angelical; es carne y sangre como el resto de los humanos.
Por convención católica sobre el altar estará la cruz, brindándole comunicación
a lo divino con lo terrenal.
c) La Cruz y los altares
familiares, se acompañan con deidades mediadoras entre Dios y los feligreses.
Estos objetos reciben reverencias expresadas en flores (la naturaleza), velas
(la luz) y poemas (la palabra); no son un objeto más en la casa.
d) Venerar el Altar y la
Cruz garantiza protección y continuidad de un proceso familiar y colectivo
común, preservado, al igual que su poesía, por normas carentes de
extravagancias: toda una poética escénica, de acción, tiempo y lugar.
Los cojedeños rinden notable devoción al Nazareno de San Carlos, símbolo del
hombre que carga su propia cruz; su tormento y muerte.
El Día de la Cruz en
Venezuela
El Velorio de la Cruz de Mayo se realiza por
tradición el día 3, pero también se dan
otras importante congregaciones en torno a esta fecha, principalmente, el
festivo "Cierre
de Velorio" o "Rabo de Velorio", también conocido como
"Bailorio
de la Cruz", que dura todo el último fin de semana del mes y en
el cual prevalece tanto lo religioso como la celebración pagana.
El término "pagano" no es del todo cierto, pues
el feligrés se allega con mucho respeto y brota de su ser una letanía poética
de gran dulzura y reverencia revestida del alma popular que es norte del sentir
religioso. Veámos esta décima introductoria del canto, también de Evangelisto
Hermoso, quien práctico la reverencia a la Cruz de Mayo durante setenta años:
"Saludote
altar precioso
con entera
reverencia
préstame
señor su ciencia
para cantarle
amoroso
Divino Dios
poderoso
del cielo
supremo juez
estoy rendido
a sus pies
dispuesto
para cantarle
vengo a
manifestarle
por ser la
primera vez”.
Cuando el cantador devoto se retira debe hacerlo con
mucho respeto, se suele despedir el canto con una décima, por lo general con
palabras de reverencia poética:
“Adiós al
sagrado altar
quiero seguir
mi destino
soy un
pecador indigno
que le
he venido a adorar
ya yo me
quiero ausentar
para nuestra
habitación
se ha llegado
la ocasión
me despido
caramente
Adiós al que
esté presente
Adiós a toda
la reunión”.
De todos estos sentimientos ha brotado una copiosa poesía
recogida en buena parte en la Antología de la décima popular en el Estado
Cojedes (2007), y en otros libros que tratan esta materia.
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Cantos a la Cruz
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