¡Milagro! la ceiba ha sobrevivido a la destrucción
La ceiba de San Francisco es el árbol emblemático de Caracas, que se
encuentra al frente de la Iglesia de San
Francisco en la capital de la República. Es uno de los hitos más llamativos de la
ciudad, de profundo arraigo popular y ligado a la historia de la misma, con un
tiempo de vida originado a mediados del siglo XIX.
Es patrimonio
nacional desde el año 2001. El árbol está ubicado a cien metros de la Plaza
Bolívar, el lugar de fundación de la ciudad. Hoy tiene 36 metros de altura, ha sido
podada muchas veces; y ha soportado por
centurias la inclemencia del tiempo y sobrevivido a la destrucción de la ciudad
en aras de lo que llaman progreso. Hoy está dentro de un separador vial
construido en la Avenida Universidad.
Acerca del origen de la
ceiba de San
Francisco hay varias hipótesis,
considerándose la de mayor sustento en la creencia popular la que cuenta que la
ceiba la sembró en 1866 la hija de Vicente
Manzo, funcionario de la Policía de Caracas para ese entonces (otros dicen
que era prefecto de Caracas). La niña regaba la semilla con especial dedicación
hasta que cobró cuerpo. En el año 1870, según una fotografía tomada en ese año, el
árbol ya mostraba tres metros de altura, teniendo a la iglesia como fondo.
La ceiba había sido plantada
en el contexto de un paseo entre el antiguo Convento de las Carmelitas —luego derribado para dar paso al Palacio Federal Legislativo— y el Palacio de las Academias y la iglesia.
En 1873 erigieron
a su lado una estatua del entonces presidente Antonio Guzmán Blanco, apodada El Saludante,
que cinco año más tarde fue derribada. Enseguida el paseo y la estatua se volvieron
pasado. Porque aquí, en Venezuela se rompe con el pasado enseguida. “Si te he visto, no me acuerdo”.
“Si te he visto, no me acuerdo”
La fisonomía de Caracas
y, en general, de todas las ciudades de Venezuela, es una colcha de retazos.
Remiendos tras remiendos se ha venido rompiendo con lo antiguo; eso huele a viejo. De tiempo en tiempo, por
los siglos de los siglos ha ocurrido así, a riesgo de convertirnos en un país
sin memoria. Aunque, como se ha señalado en diversos períodos y etapas de la
historia del país, “un pueblo sin memoria no existe como tal”.
Otra versión acerca del
origen de la
ceiba de San Francisco relata que
al término de la Campaña Admirable en 1813, Simón Bolívar, recibió el título de
Libertador bajo la sombra del árbol. Ganas
de hablar de la gente, porque esta anécdota es improbable, ya que la ceiba no
existía en aquella fecha.
Durante el gobierno de
Guzmán Blanco se rodeó el tronco del árbol con una defensa de cal y canto con
instalaciones de madera para servir de escritorio y recadero para los
comerciantes y corredores que laboraban originariamente en la Esquina La
Bolsa, al momento de registrar sus transacciones.
Este hecho sirvió de
inspiración para el actual logotipo de la Bolsa
de Valores de Caracas, el cual presenta un dibujo del árbol en primer
plano, con la iglesia de San Francisco y el Palacio de las Academias al fondo.
Tarjeta de presentación de Caracas
La Ceiba de San Francisco es el
más popular de los árboles caraqueños; que tiene su historia y llama la
atención, además de su antigüedad, por la capacidad que posee para resistir las
inclemencias del verano. Los parroquianos de aquellos años tan lejanos solían cobijarse
en los días calurosos bajo la frondosidad de la Ceiba que extendía su sombra
varios y largos metros alrededor de su tronco.
“A
una cuadra, en la esquina de La Bolsa, hay otra Ceiba, pero la que goza de la
imponencia vegetal y de la rica tradición es la que está en San Francisco, hoy
por cierto con sus brazos tristes. Ha sido podada, me dicen los que conocen de
esas cosas, para que sus ramas crezcan de nuevo; pero no puedo sacarme de la
cabeza ese aspecto de árbol mútilo, crucificado, cruzado de inolvidable
recuerdos.
A escasos metros de la
Ceiba está el hermoso edificio de la vieja Universidad Central, el cual fue
antes la sede de un convento, hoy convertido en el Palacio de las Academias,
lleno de silencio y paz”, relató un día Juan J Verde en Caracas del recuerdo a la Nostalgia.
A
diferencia del limonero del señor de la esquina de Miracielos, la ceiba de San
Francisco sigue luchando y se niega a sucumbir frente a la piqueta del
urbanismo de los nuevos tiempos.
“Por su valor histórico y ecológico, constituyendo
uno de los haberes propios de la ciudad de Caracas, fue declarada
patrimonio natural en el año 2001,
valores de cuya data da fe su incierta partida de nacimiento, siendo testigo de
tan dilatada existencia, la que ha visto en silencio pasar durante mucho tiempo
y observando desde su altura, estoicamente, durante tantos años luchando,
exprimiendo sus postreras savias, para no desaparecer ante la arremetida del
urbanismo que la fue atrapando en el marco de sus edificaciones; el crepitar de
las armas policiales, los humos de las bombas, presión de las aguas de
?ballenas y rinocerontes?; las ilimitadas marchas de un pueblo como pretendido recurso
para el logro de sus intereses, de cualquier naturaleza; el bramar de las
sirenas de patrullas, bomberos y ambulancias; un semáforo, fiel compañero de
infortunio; el andar y desandar de tanta
genta en busca de algo, que muchas veces desconoce qué y la creciente
contaminación ambiental; han hecho perceptible mella en la estructura y
sensibilidad de ese emblemático exponente de nuestra ciudad. Esa Ceiba, está,
algo así ,como exigiendo ¡Piedad!
Americana su estirpe
La
ceiba de San
Francisco es americana. Sureña,
diríamos mejor. (“Pentandra Gaerth”, familia ésta de las “Bombacaceae”). Sus orígenes están en América del Sur, “trasladada
a otras latitudes por bondad de la polinización, transferencia del polen desde
los estambres hasta el estigma, donde germinan y fecundan los óvulos de la flor
haciendo posible la presencia de semillas y frutos; de la que se encargarían
los vientos, los pájaros y el hombre mismo que apañó en sus alforjas las
semillas que plantaría su impronta peregrina por otros confines, sirviéndole de
cauce los atajos tomados para llegar al norte, cruzando la América Central, y
alcanzar los de ayer, más inaccesibles confines del África y del Asia
occidental”.
A la Ceiba de San Francisco es un poema que compuso Julio Garmendia y que Leoncio Martínez, Leo, publicó en Fantoches, pero no encuentro su huella. Voy a seguir buscando.
Investigación y texto:
Elba
Romero López
Es linda pero hay mucha información.en mi opinión deberían poner menos información
ResponderEliminar