Caheros del Niño de los Cachitos/yaracultura.blogspot.com
En Venezuela adentro durante el mes de diciembre
se realizan diversas actividades y celebraciones, muchas de ellas de carácter
tradicional. Es amplísimo el calendario de festividades relacionadas con el
nacimiento del Niño Jesús. Algunas se extienden hasta el mes de enero, como por
ejemplo, La
Paradura del Niño, en Mérida, una de las solemnidades más famosas de
Los Andes.
Hay otras en toda la
geografía venezolana, como la adoración de la imagen del Niño de los Cachitos,
por ejemplo, que se realiza en la población de San Javier, en el estado Yaracuy.
Se le llama “Velorio del Niño de los Cachitos”, en alusión a que en
su festividad se suenan unos cachos de res. Para la realización de este
velorio, se arregla primorosamente la imagen del niño, que se encuentra en la
iglesia del caserío, mientras en la capilla, se aguarda su llegada.
El arreglo se hace el 1º
de diciembre y el 2 de diciembre en la noche todo está listo para el festejo.
En la iglesia se reúnen ese día los cantores y el pueblo en general, para sacar
la imagen en romería y entre aleluyas y otros cánticos religiosos, la llevan a
la capilla sitio escogido para la ceremonia.
Por tradición quienes
cantan son hombres exclusivamente, que en dúos en números variados, cantan
versos (cuartetos) alusivos a la imagen del redentor hecho Niño. La música que acompaña
es de cuatros, guitarra, tambora, furruco y cachos, lo que le da la nominación
a la festividad.
El Velorio
del Niño de los Cachitos se
celebra en la población de San Javier, Municipio San Felipe, desde hace más de
un siglo. Cuenta la tradición
que en las aldeas yaracuyanas, se acostumbraba “tomar cachos” (cuernos) para
alertar a la población sobre algún peligro
o para convocar a una reunión de interés comunitario.
El
Niño llegó de las aguas
Cuentan en Yaracuy que cierta
vez se escuchó el sonido del cacho de venado en forma extendida, continuo, como
infinito, pero no había ni se veía quien lo tocaba. Pasaron muchos días y siempre al amanecer o por las
tardes cuando alumbraba el sol de los venados, el sonido se repetía en
diferentes direcciones sin resultado alguno y los pobladores se fueron
acostumbrando.
Contó una lavandera muy piadosa que cuando ella escuchaba el silbido de aquellos cachitos, se le erizaba la piel, sentía un
nudo en la garganta y terminaba haciendo la señal de la Cruz, después de
encomendarse a Dios para que le ayudara a resolver el misterio. De inmediato no
lo consiguió. Pero siguió pendiente de aquel enigma.
Pasaron
muchas lunas hasta que cierto día, decidida a develar el misterio, se armó de paciencia y terminando de lavar,
se recogió la larga falda, se quitó las alpargatas y se sentó en una piedra en
el centro de la corriente. Prendió un tabaco y empezó a fumarlo con la candela
para dentro, y entre chupada y chupada, rezaba, mientras sus pies, descalzos,
jugaban con la corriente.
De pronto sintió que algo liso se interponía
entre sus pies y la piedra. Intrigada se inclinó para ver mejor y un rayo de
sol rojizo, iluminó un cuerpo brillante. Lo sacó del agua y su sorpresa no tuvo
límite cuando reconoció que el objeto que había tropezado era la imagen del
Niño Jesús Lo secó con su ropa y llena
de júbilo regresó al poblado mostrando su hermoso tesoro.
La sagrada imagen tenía
en la cabeza tres haces de rayos, fabricados en oro y a la gente le pareció que
eran unos cachitos. Por esa razón lo bautizaron con el nombre de “El Niño de
los Cachitos”. La imagen fue recibida en la iglesia del poblado de San Javier
de Agua de Culebra, donde se le empezó a venerar.
El sitio del hallazgo de la imagen se conoce como “El Chorrito”, donde
levantaron una cruz en recuerdo al acontecimiento. Tan pronto como le
construyeron su propio nicho al Niño, los cachos dejaron de sonar y la
población reafirmó su fe cristiana. Desde entonces, el 3 de diciembre de cada año, se le
hace su velorio y después El Niño de Los Cachitos se va con los moradores del lugar a visitar a otros pueblos.
A
adorar al Niño
El velorio al Niño lo organiza cada año un
grupo de familias que de generación en generación se han ocupado de estos
menesteres. El pueblo se organiza en procesión:
Adelante van los
tocadores de cachitos convocando a los fieles para acompañar la santa imagen.
Al terminar la procesión, después de recorrer algunas calles, es recibido en
una casa donde se hace la ceremonia de recibimiento, colocación; se le prenden
velas, se cantan décimas, se reza, se besa la imagen y terminando la parte
religiosa se comienza la parranda de aguinaldo hasta el amanecer o hasta cuando
el cuerpo aguante. Es una celebración típica del lugar.
Dice la tradición oral
que esa imagen era de la Iglesia de presentación en San Felipe y que,
posiblemente, los negros de la costa la dejaron abandonada después del
terremoto de 1812 en la huida hacia sus cumbres andinas.
“En
el medio viene / el niño Jesús /
trayendo en sus sienes / rayitos de luz.
Tocando los cachos / salimos ayer ...
El tambor forma parte de la parte musical
del Velorio del Niño de Los Cachitos
@ElbaRomeroLopez
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