La leyenda del Nazareno de San Carlos
Venezuela es devota del
Nazareno, de eso no queda duda. En este país popularmente se dice que cada
pueblo tiene su propia imagen del Nazareno. La realidad y la devoción de los
venezolanos por la penitente imagen sagrada así lo ratifican. A lo largo y ancho del país hay muchas tallas
de Jesús con su cruz a cuestas, siendo las más conocidas el famoso Nazareno de San
Pablo y el también reconocido Nazareno de
Achaguas, a cuyos santuario en Caracas y en Apure acuden anualmente miles
de devotos.
Por aquí “cada pueblo
tiene su Nazareno”, porque también están el de Los Rastrojos, en Lara; el Nazareno de San Carlos y El Nazareno de El Tinaco, entre otras imágenes que
con seguridad hay en otros pueblos y ciudades de Venezuela, donde igualmente les
rinden culto y les ofrecen promesas.
La imagen del Nazareno de Los
Rastrojos, parroquia del municipio Palavecino del estado Lara, dicen
que es la tercera imagen más antigua de Venezuela, después del Nazareno de San
Pablo y el de Achaguas. Esta talla en madera azul sugiere que sus orígenes se
remontan al siglo XVII, cuentan los cronistas y “la gente de antes”, como se
dice coloquialmente.
Cuentan que la imagen
fue llevada a Los Rastrojos por los capuchinos en 1687 y llegó al estado Lara
antes que la imagen de la Divina Pastora.
Con los santos no se juega
La devoción mariana y
por los Santos Patronos en Venezuela es una práctica seria y ferviente, de
forma que los fieles que piden milagros y hacen promesas como pago del favor
concedido, las cumplen tal cual lo ofrecieron. Promesa hecha, promesa que debe
cumplirse.
Antiguamente, durante
la Semana Santa solía hacerse en San Carlos una promesa al Nazareno, la cual
consistía en que personas previamente seleccionadas salían a recoger limosna de
casa en casa, para comprar los adornos para las imágenes que sacarían en
procesión los días santos.
Esas limosnas alcanzaban
para comprar flores, cirios, arreglar o renovar las túnicas y mantos de las
imágenes y también para comprar los licores para brindar con los cargadores,
como era tradicional.
Cuando se acercaba la
Semana Mayor, las familias asignadas salían de las distintas parroquias a
recoger las limosnas en todos los barrios de San Carlos, entre los que estaban
Las Lajitas, El Chuchango, San Juan, Pan de Horno, refieren las crónicas.
No fue gracia ni morisqueta
“En una oportunidad, en
los días previos a la Semana Santa, salió el señor Eleuterio a recoger limosnas
para sacar en procesión el Miércoles Santo al Nazareno, cofradía que pertenece
a la iglesia Inmaculada Concepción. Llevaba con él una pequeña imagen, con la
que recorrió muchas calles de San Carlos. A media mañana, entró en la calle
Salías entre Figueredo y Miranda, y se detuvo ante los almacenes de la familia
Wikerman, dicho negocio estaba ubicado frente a la Tintorería Ranza, hoy en día
es un solar abandonado”, reseña el portal
http://cojedesdeantier.blogspot.com/2012_04_01_archive.html
http://cojedesdeantier.blogspot.com/2012_04_01_archive.html
Los Wikerman vivían desde
hacía mucho tiempo en San Carlos, donde se convirtieron en una familia rica,
con muchos bienes de fortuna. “Entre los grandes almacenes de venta al
mayor y al detal, además de la casa de familia, ocupaban toda la cuadra. El
joven Adolfo, hijo del comerciante, recibió a Eleuterio con una sonrisa
irónica, lo escuchó y, por hacerse el gracioso delante de su novia, sacó de un
bolsillo una caja de fósforo y, cuantos todos creían que iba a dar limosna para
la imagen, en forma irreverente raspo el cerrillo en el brazo derecho del
Nazareno”.
Su novia asombrada le
dijo:
- ¿Qué haces, Adolfo? –
-Nada ¿Qué importancia
tiene?
Don Eleuterio,
asustado, dijo:
-“¡Eso no se hace!
Recibirá el castigo que merece su irrespeto.
Adolfo continuaba
sonriendo ante el asombro de todos los parroquianos que estaban en el negocio.
El padre del joven se acercó y le contaron lo ocurrido. Miró la raspadura del
fósforo en el brazo de la pequeña imagen y, como un susurro, exclamó, al tiempo
que depositaba unas monedas en la alcancía:
- ¡Jesús!, no sabe lo
que hace.
Eleuterio salió de la
casa de la familia Wikerman muy impresionado, pues temía que esta irreverencia
pudiera causar la ira divina.
El Nazareno no pasa por esa calle
Al poco rato el joven
se frotó el brazo derecho y dijo para sí. “¡Cómo me duele!, es el mismo sitio
en que raspé el cerrillo”. Por momentos crecía el dolor y Adolfo iba de un lado
a otro de la casa dando gritos. De nada valieron los cuidados del médico ni las
oraciones de sus padres.
La salud de Adolfo
empeoró, y hasta mandaron a traer una túnica de oro de España para pagar la
promesa, pero nada valió y pocos días después falleció. Cuenta la gente que lo vio
que el brazo con el cual prendió el cerrillo, se le secó.
Después, el miércoles
santo, cuando la procesión con la imagen iba a entrar en la calle Miranda, la
figura se hizo muy pesada. Los cargadores, atónitos, pidieron refuerzos, pero
ni con ciento cincuenta hombres pudieron moverlas. Se dirigieron en otra
dirección y la imagen tomó su peso normal y continuó su paseo por las otras
calles de la ciudad.
Esta situación se
repitió año tras año. Después, un incendio arrasó con todas las propiedades de
los Wikerman, muchos familiares fallecieron y los pocos sobrevivientes,
empobrecidos, emigraron de San Carlos.
La creencia popular interpretó
esto como un castigo del cielo, causado por el irrespeto de un joven hacia el
hijo de Dios. Por insistencia del obispo de San Carlos, en una oportunidad se
incluyó la calle Salías en el itinerario de la procesión y llegado el día el
cielo se oscureció y cayeron gruesos goterones que dispersaron a la multitud.
La tradición oral
recuerda que ante este misterioso suceso el obispo dio de inmediato la orden de
cambiar la procesión y las nubes se disiparon, continuando el trayecto hacia
otra calle. Muchas personas interpretaron el suceso como propio de la ira
divina y castigo permanente de la imagen del Nazareno hacia el acto de
irreverencia y burla de que fue objeto.
La gente mayor se
recuerda que eso es verdad y todavía la procesión del Nazareno no ha pasado más
por dicho sitio.
@ElbaRomeroLopez
No hay comentarios:
Publicar un comentario