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domingo, 11 de enero de 2015

Tradiciones: Velorio del Niño de los Cachitos




Caheros del Niño de los Cachitos/yaracultura.blogspot.com



    En Venezuela adentro durante el mes de diciembre se realizan diversas actividades y celebraciones, muchas de ellas de carácter tradicional. Es amplísimo el calendario de festividades relacionadas con el nacimiento del Niño Jesús. Algunas se extienden hasta el mes de enero, como por ejemplo, La Paradura del Niño, en Mérida, una de las solemnidades más famosas de Los Andes.
Hay otras en toda la geografía venezolana, como la adoración de la imagen del Niño de los Cachitos, por ejemplo, que se realiza en la población de San Javier, en el estado Yaracuy.  Se le llama “Velorio del Niño de los Cachitos”, en alusión a que en su festividad se suenan unos cachos de res. Para la realización de este velorio, se arregla primorosamente la imagen del niño, que se encuentra en la iglesia del caserío, mientras en la capilla, se aguarda su llegada.
El arreglo se hace el 1º de diciembre y el 2 de diciembre en la noche todo está listo para el festejo. En la iglesia se reúnen ese día los cantores y el pueblo en general, para sacar la imagen en romería y entre aleluyas y otros cánticos religiosos, la llevan a la capilla sitio escogido para la ceremonia.
Por tradición quienes cantan son hombres exclusivamente, que en dúos en números variados, cantan versos (cuartetos) alusivos a la imagen del redentor hecho Niño. La música que acompaña es de cuatros, guitarra, tambora, furruco y cachos, lo que le da la nominación a la festividad.
         El Velorio del Niño de los Cachitos se celebra en la población de San Javier, Municipio San Felipe, desde hace más de un siglo.  Cuenta la tradición que en las aldeas yaracuyanas, se acostumbraba “tomar cachos” (cuernos) para alertar a la población sobre algún peligro  o para convocar a una reunión de interés comunitario.

El Niño llegó de las aguas




Cuentan en Yaracuy que cierta vez se escuchó el sonido del cacho de venado en forma extendida, continuo, como infinito, pero no había ni se veía quien lo tocaba. Pasaron muchos días y siempre al amanecer o por las tardes cuando alumbraba el sol de los venados, el sonido se repetía en diferentes direcciones sin resultado alguno y los pobladores se fueron acostumbrando.
         Contó una lavandera muy piadosa que cuando ella escuchaba el silbido de aquellos cachitos, se le erizaba la piel, sentía un nudo en la garganta y terminaba haciendo la señal de la Cruz, después de encomendarse a Dios para que le ayudara a resolver el misterio. De inmediato no lo consiguió. Pero siguió pendiente de aquel enigma.
       Pasaron muchas lunas hasta que cierto día, decidida a develar el misterio, se armó de paciencia y terminando de lavar, se recogió la larga falda, se quitó las alpargatas y se sentó en una piedra en el centro de la corriente. Prendió un tabaco y empezó a fumarlo con la candela para dentro, y entre chupada y chupada, rezaba, mientras sus pies, descalzos, jugaban con la corriente.  
      De pronto sintió que algo liso se interponía entre sus pies y la piedra. Intrigada se inclinó para ver mejor y un rayo de sol rojizo, iluminó un cuerpo brillante. Lo sacó del agua y su sorpresa no tuvo límite cuando reconoció que el objeto que había tropezado era la imagen del Niño Jesús Lo secó con su  ropa y llena de júbilo regresó al poblado mostrando su hermoso tesoro.
La sagrada imagen tenía en la cabeza tres haces de rayos, fabricados en oro y a la gente le pareció que eran unos cachitos. Por esa razón lo bautizaron con el nombre de “El Niño de los Cachitos”. La imagen fue recibida en la iglesia del poblado de San Javier de Agua de Culebra, donde se le empezó a venerar.
            El sitio del hallazgo de la imagen se conoce como “El Chorrito”, donde levantaron una cruz en recuerdo al acontecimiento. Tan pronto como le construyeron su propio nicho al Niño, los cachos dejaron de sonar y la población reafirmó su fe cristiana. Desde entonces, el 3 de diciembre de cada año, se le hace su velorio y después El Niño de Los Cachitos se va con los moradores del lugar a visitar a otros pueblos.

A adorar al Niño




    El velorio al Niño lo organiza cada año un grupo de familias que de generación en generación se han ocupado de estos menesteres. El pueblo se organiza en procesión:
Adelante van los tocadores de cachitos convocando a los fieles para acompañar la santa imagen. Al terminar la procesión, después de recorrer algunas calles, es recibido en una casa donde se hace la ceremonia de recibimiento, colocación; se le prenden velas, se cantan décimas, se reza, se besa la imagen y terminando la parte religiosa se comienza la parranda de aguinaldo hasta el amanecer o hasta cuando el cuerpo aguante. Es una celebración típica del lugar.

Dice la tradición oral que esa imagen era de la Iglesia de presentación en San Felipe y que, posiblemente, los negros de la costa la dejaron abandonada después del terremoto de 1812 en la huida hacia sus cumbres andinas.


“En el medio viene / el niño Jesús / 
trayendo en sus sienes / rayitos de luz. 
 Tocando los cachos / salimos ayer ...



                                                         El tambor forma parte de la parte musical 
          del Velorio del Niño de Los Cachitos


@ElbaRomeroLopez

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