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martes, 10 de marzo de 2015

El Nazareno de San Carlos



La leyenda del Nazareno de San Carlos



Venezuela es devota del Nazareno, de eso no queda duda. En este país popularmente se dice que cada pueblo tiene su propia imagen del Nazareno. La realidad y la devoción de los venezolanos por la penitente imagen sagrada así lo ratifican.  A lo largo y ancho del país hay muchas tallas de Jesús con su cruz a cuestas, siendo las más conocidas el famoso Nazareno de San Pablo y el también reconocido Nazareno de Achaguas, a cuyos santuario en Caracas y en Apure acuden anualmente miles de devotos.
Por aquí “cada pueblo tiene su Nazareno”, porque también están el de Los Rastrojos, en Lara; el Nazareno de San Carlos y El Nazareno de El Tinaco, entre otras imágenes que con seguridad hay en otros pueblos y ciudades de Venezuela, donde igualmente les rinden culto y les ofrecen promesas.
La imagen del Nazareno de Los Rastrojos, parroquia del municipio Palavecino del estado Lara, dicen que es la tercera imagen más antigua de Venezuela, después del Nazareno de San Pablo y el de Achaguas. Esta talla en madera azul sugiere que sus orígenes se remontan al siglo XVII, cuentan los cronistas y “la gente de antes”, como se dice coloquialmente.
Cuentan que la imagen fue llevada a Los Rastrojos por los capuchinos en 1687 y llegó al estado Lara antes que la imagen de la Divina Pastora.

Con los santos no se juega

La devoción mariana y por los Santos Patronos en Venezuela es una práctica seria y ferviente, de forma que los fieles que piden milagros y hacen promesas como pago del favor concedido, las cumplen tal cual lo ofrecieron. Promesa hecha, promesa que debe cumplirse.
Antiguamente, durante la Semana Santa solía hacerse en San Carlos una promesa al Nazareno, la cual consistía en que personas previamente seleccionadas salían a recoger limosna de casa en casa, para comprar los adornos para las imágenes que sacarían en procesión los días santos.
Esas limosnas alcanzaban para comprar flores, cirios, arreglar o renovar las túnicas y mantos de las imágenes y también para comprar los licores para brindar con los cargadores, como era tradicional.
Cuando se acercaba la Semana Mayor, las familias asignadas salían de las distintas parroquias a recoger las limosnas en todos los barrios de San Carlos, entre los que estaban Las Lajitas, El Chuchango, San Juan, Pan de Horno, refieren las crónicas.

No fue gracia ni morisqueta

En una oportunidad, en los días previos a la Semana Santa, salió el señor Eleuterio a recoger limosnas para sacar en procesión el Miércoles Santo al Nazareno, cofradía que pertenece a la iglesia Inmaculada Concepción. Llevaba con él una pequeña imagen, con la que recorrió muchas calles de San Carlos. A media mañana, entró en la calle Salías entre Figueredo y Miranda, y se detuvo ante los almacenes de la familia Wikerman, dicho negocio estaba ubicado frente a la Tintorería Ranza, hoy en día es un solar abandonado”, reseña el portal 
http://cojedesdeantier.blogspot.com/2012_04_01_archive.html
Los Wikerman vivían desde hacía mucho tiempo en San Carlos, donde se convirtieron en una familia rica, con muchos bienes de fortuna.  “Entre los grandes almacenes de venta al mayor y al detal, además de la casa de familia, ocupaban toda la cuadra. El joven Adolfo, hijo del comerciante, recibió a Eleuterio con una sonrisa irónica, lo escuchó y, por hacerse el gracioso delante de su novia, sacó de un bolsillo una caja de fósforo y, cuantos todos creían que iba a dar limosna para la imagen, en forma irreverente raspo el cerrillo en el brazo derecho del Nazareno”.
Su novia asombrada le dijo:
- ¿Qué haces, Adolfo? –
-Nada ¿Qué importancia tiene?
Don Eleuterio, asustado, dijo:
-“¡Eso no se hace! Recibirá el castigo que merece su irrespeto.
Adolfo continuaba sonriendo ante el asombro de todos los parroquianos que estaban en el negocio. El padre del joven se acercó y le contaron lo ocurrido. Miró la raspadura del fósforo en el brazo de la pequeña imagen y, como un susurro, exclamó, al tiempo que depositaba unas monedas en la alcancía:
- ¡Jesús!, no sabe lo que hace.
Eleuterio salió de la casa de la familia Wikerman muy impresionado, pues temía que esta irreverencia pudiera causar la ira divina.

El Nazareno no pasa por esa calle

Al poco rato el joven se frotó el brazo derecho y dijo para sí. “¡Cómo me duele!, es el mismo sitio en que raspé el cerrillo”. Por momentos crecía el dolor y Adolfo iba de un lado a otro de la casa dando gritos. De nada valieron los cuidados del médico ni las oraciones de sus padres.
La salud de Adolfo empeoró, y hasta mandaron a traer una túnica de oro de España para pagar la promesa, pero nada valió y pocos días después falleció. Cuenta la gente que lo vio que el brazo con el cual prendió el cerrillo, se le secó.
Después, el miércoles santo, cuando la procesión con la imagen iba a entrar en la calle Miranda, la figura se hizo muy pesada. Los cargadores, atónitos, pidieron refuerzos, pero ni con ciento cincuenta hombres pudieron moverlas. Se dirigieron en otra dirección y la imagen tomó su peso normal y continuó su paseo por las otras calles de la ciudad.
Esta situación se repitió año tras año. Después, un incendio arrasó con todas las propiedades de los Wikerman, muchos familiares fallecieron y los pocos sobrevivientes, empobrecidos, emigraron de San Carlos.
La creencia popular interpretó esto como un castigo del cielo, causado por el irrespeto de un joven hacia el hijo de Dios. Por insistencia del obispo de San Carlos, en una oportunidad se incluyó la calle Salías en el itinerario de la procesión y llegado el día el cielo se oscureció y cayeron gruesos goterones que dispersaron a la multitud.
La tradición oral recuerda que ante este misterioso suceso el obispo dio de inmediato la orden de cambiar la procesión y las nubes se disiparon, continuando el trayecto hacia otra calle. Muchas personas interpretaron el suceso como propio de la ira divina y castigo permanente de la imagen del Nazareno hacia el acto de irreverencia y burla de que fue objeto.

La gente mayor se recuerda que eso es verdad y todavía la procesión del Nazareno no ha pasado más por dicho sitio.





@ElbaRomeroLopez




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