Mi regalo por estas fechas es compartir con todos este hermosísimo correo electrónico que me envió un gran amigo -Juan Torres- desde Maracaibo. Luego de leer esta breve introducción, den doble clic en el link adjunto. Sean felices.
Ya llegó diciembre con su carga de esperanza, alegría, nuevos y buenos propósitos. Muchos siglos han pasado desde aquellas primeras navidades que se celebraban en Venezuela. De ellas solo queda el recuerdo y la añoranza de esos tiempos idos.
Sobre todo sobrevive la añoranza de aquellos que no se acostumbran a los cambios que a través de tantos años desplazaron costumbres y tradiciones que identificaban a Venezuela y a su gente y la diferenciaban en el concierto de naciones donde la población católica cada doce meses celebra el nacimiento de Jesús.
Antaño los venezolanos esperaban la temporada decembrina con grandes preparativos, expectativa y la esperanza de un nuevo año mejor que el que terminaba. En los días previos a la Nochebuena de Pascua los habitantes de ciudades y pueblos venezolanos comenzaban a pintar las casas y a hacer los arreglos de las calles con adornos luminosos y multicolores.
Diciembre desde aquellos lejanos tiempos se convirtió en el mes de la alegría, de las compras de los estrenos, intercambio de regalos, mientras los más bellos villancicos, aguinaldos y gaitas zulianas.
Ricos y pobres, en un ir y venir, se apertrechaban con los ingredientes para las hallacas de la cena de la Nochebuena. También iban en busca de los regalos o “aguinaldos”, como también se le dice a los presentes con los cuales se agasaja a familiares, vecinos y amigos. Y los infaltables regalos que trae el Niño Jesús. ¡Dame mi aguinaldo! ERL
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