Tradiciones venezolanas en poemas
Pares o nones
Ernesto Luis Rodríguez
Miro tus manos tranquilas
y que los pozos más claras.
¡Tan negras las paraparas
relucen cual tus pupilas!
Tú las recoges. Vacilas
mientras la risa despuntas;
tu voz me tira sus puntas
y a pleno sol meridiano
cerrando toda la mano:
«Cuántas habrá?», me preguntas.
y que los pozos más claras.
¡Tan negras las paraparas
relucen cual tus pupilas!
Tú las recoges. Vacilas
mientras la risa despuntas;
tu voz me tira sus puntas
y a pleno sol meridiano
cerrando toda la mano:
«Cuántas habrá?», me preguntas.
Clavel de trémulos dones
pone a sangrar tu corpiño,
y hasta mi propio cariño
juegas al pares y nones.
Quiza te muevan razones
que confesar no has querido;
por eso al verme perdido
dices con aire señero:
«Si tengo pares, te quiero;
si tengo nones, te olvido.»
pone a sangrar tu corpiño,
y hasta mi propio cariño
juegas al pares y nones.
Quiza te muevan razones
que confesar no has querido;
por eso al verme perdido
dices con aire señero:
«Si tengo pares, te quiero;
si tengo nones, te olvido.»
Tiras mi suerte en azares
que son un grave tormento;
tus dedos cuento y recuento
y van saliéndome pares.
De dos en dos tus lunares
llevan atrás mis antojos.
que son un grave tormento;
tus dedos cuento y recuento
y van saliéndome pares.
De dos en dos tus lunares
llevan atrás mis antojos.
Pares tus ósculos rojos
que le robé a la fortuna,
y como aljibes con luna
me dicen pares tus ojos.
que le robé a la fortuna,
y como aljibes con luna
me dicen pares tus ojos.
Hasta los dengues sencillos
en ti son mimos ardientes,
y pues son pares tus dientes,
pares tambien tus zarcillos,
pares los blancos tobillos,
pares los senos saltones;
pienso por muchas razones
que tu cariño me gano.
Pero al abrirte la mano,
tu corazón dice «¡nones!»
en ti son mimos ardientes,
y pues son pares tus dientes,
pares tambien tus zarcillos,
pares los blancos tobillos,
pares los senos saltones;
pienso por muchas razones
que tu cariño me gano.
Pero al abrirte la mano,
tu corazón dice «¡nones!»
Echando cocos
Autor: Ernesto Luis Rodríguez
(Zaraza, Guárico, 29/02/1916-Caracas, 24/10/1999)
Una tradición de la Semana Santa en Venezuela
www.iconosdevenezuela.com (arriba y abajo)
El boche
Bolas criollas en Guárico bolascriollasdevenezuela.blogspot.com
Las Bolas Criollas es un deporte practicado principalmente en Venezuela. Como
muchas otras costumbres, música y tradiciones venezolanas, este deporte llegó a América desde España. Cuentan los
cronistas de antaño que lo trajo un fraile español durante la época de la
conquista.
Aquí en
Venezuela se amañó este juego, aunque se hizo verdaderamente popular en la
década de 1930. Pasó el tiempo y aproximadamente veinte años más tarde – a partir
de 1956 -en Venezuela se le dio a este deporte una dimensión de alcance
nacional, con ocasión de los Primeros
Juegos Deportivos Nacionales.
Luego se
fundó la Federación Venezolana de Bolas
Criollas, lográndose su organización formal como deporte y desde entonces
ha formado parte de todos los Juegos
Deportivos Nacionales. De igual forma se han organizado los Campeonatos
Nacionales de Bolas Criollas, que se realizan todos los años entre los meses de
agosto y septiembre.
De
Venezuela se pasó al otro lado de la frontera y llegó a Colombia
(principalmente en Cúcuta) y más allá, a Cuba y a varias islas del Caribe como
Aruba, Curazao y Bonaire, países donde se practica por igual en todas las
clases sociales.
Arrime boche clavao
El juego
consiste en colocar la mayor cantidad de bolas del mismo color cerca de una
pequeña pelota no mayor de 5 centímetros de diámetro llamada mingo, la cual ha sido previamente lanzada a una
distancia no menor a la mitad de la longitud de la cancha por alguno de los
jugadores del equipo que fuese favorecido en sorteo.
Un
jugador del mismo equipo que lanzó el mingo se encarga de arrimar una bola
tratando de llegar lo más cerca posible del mingo. Le sigue un jugador del otro
bando que busca, mediante arrime de una bola, posicionarla más cerca del mingo
que la jugada por el otro equipo. Si lo logra le tocará jugar al primer equipo pero
si no, seguirá jugando el segundo hasta colocar una bola más cerca del mingo
que la del contrario (caso en el cual volverá la acción de juego al primer
equipo) o hasta agotar sus 8 bolas, momento en el que le tocará al contrario
jugar todas las bolas que le queden.
El boche es la acción de lanzar con fuerza una bola
tratando de quitar la del oponente que está más cerca del mingo. Los boches
pueden ser de aire, (se lanza
la bola por el aire para caer directamente sobre la opuesta), o puede ser boche de marrana o rastrero, es decir, lanzar la bola a ras
del suelo con mucha velocidad para impactar a la bola del contrario y sacarla del área del mingo. Para ser
buen bochador se requiere fuerza, buena puntería y precisión en el tiro.
Arrimar
es cuando se lanza la bola con suavidad, procurando quedar cerca del mingo. El juego
se practica en una cancha o espacio de disposición rectangular que no tenga
desniveles, generalmente en suelos de tierra arcillosa o arena. El juego se pone
emocionante cuando un jugador lanza su bola con fuerza, golpeando el mingo, con
lo cual varia toda la geometría y el curso del set.
Coplas de bolas (Simón Díaz)
De los juegos populares
Me encantan las bolas criollas
Parecen a tus cantares
Me comentó Félix Sosa
Si quieren jugar conmigo
Verme por una rendija
En el Club Los Cortijos
Los martes soy una fija
En mi Barbacoas querida
Una partida bien buena
Y un sancocho de gallina
Hacen riocrecer mis venas
Cuando en Valencia me espera
Una partida sabrosa
Además de sus arepas
En el Hípico es la cosa.
Y si en Tinaco quieren
Mirarme en una partida
A los Sosa que se lleven
A Tilo y Ton Maravilla.
No puedo dejar de olvido
Al bello San Sebastián
Donde los peones conmigo
Se jugaban hasta el pan.
A mi cumpleaños divino
Llegaron cien jugadores
Entre boches y licores
Me marcaron el camino.
Recuerdo esa tarde noche
Con Hernán Pérez al lao
Dimos como treinta boches
Todos quedaron clavaos.
Y en esa preciosa casa
De la familia cortijera
Palo le doy al que pase
Como perra callejera.
Pero no olviden señores
Jugadores cortijeros,
Cazadores, pescadores,
Todos somos embusteros.(
EL GALLERO
Ernesto Luis Rodriguez
Tibio de sol mañanero
lo vio pasar el sendero
rumbo al feliz caserío,
y sobre el brioso caballo
iban la vera y el gallo
y el corazón del corrío.
Tuvo sudor de aguardiente
y con la frase caliente
se presentó en la gallera.
No dijo cómo ni cuánto,
y el gallo afinó su canto
bajo la voz pendenciera...
Este, como un arrendajo,
voló después hacia abajo
y allí retó al adversario.
El otro, un pinto patudo,
dejó escurrir un saludo
para que oyera el contrario.
El aceptó sin protestas
y echaron flor las apuestas
donde el aliento se cansa:
-¡Voy a mi gallo diez pesos!-.
Y por los ojos espesos
le floreció la esperanza.
-¡Fuertes a reales!- La arena
se estremecía... ¡Qué buena
fue la picada del pinto!
Los picos se hicieron rojos
y sobre un gallo sin ojos
se conmovió el laberinto.
Tembló la vara en la mano:
-¡yo nunca he sido pueblano
y aquí se gana con trampa!
¡A naiden pago un centavo,
y que me salga el más bravo
para ensuciarle la estampa!-.
Puso de frente la vida,
y como un potro sin brida
que de un cocuyo se espanta
para que el viento se asombre,
el corazón de aquel hombre
se le escapó a la garganta.
Quedó sin voces el coro...
y en el caballo sonoro
salió de aquel caserío,
el gallo muerto en la silla
junto a la vera amarilla
y al corazón del corrío.
lo vio pasar el sendero
rumbo al feliz caserío,
y sobre el brioso caballo
iban la vera y el gallo
y el corazón del corrío.
Tuvo sudor de aguardiente
y con la frase caliente
se presentó en la gallera.
No dijo cómo ni cuánto,
y el gallo afinó su canto
bajo la voz pendenciera...
Este, como un arrendajo,
voló después hacia abajo
y allí retó al adversario.
El otro, un pinto patudo,
dejó escurrir un saludo
para que oyera el contrario.
El aceptó sin protestas
y echaron flor las apuestas
donde el aliento se cansa:
-¡Voy a mi gallo diez pesos!-.
Y por los ojos espesos
le floreció la esperanza.
-¡Fuertes a reales!- La arena
se estremecía... ¡Qué buena
fue la picada del pinto!
Los picos se hicieron rojos
y sobre un gallo sin ojos
se conmovió el laberinto.
Tembló la vara en la mano:
-¡yo nunca he sido pueblano
y aquí se gana con trampa!
¡A naiden pago un centavo,
y que me salga el más bravo
para ensuciarle la estampa!-.
Puso de frente la vida,
y como un potro sin brida
que de un cocuyo se espanta
para que el viento se asombre,
el corazón de aquel hombre
se le escapó a la garganta.
Quedó sin voces el coro...
y en el caballo sonoro
salió de aquel caserío,
el gallo muerto en la silla
junto a la vera amarilla
y al corazón del corrío.
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