Pulpería Juan Bta.Arteaga.Caracas 1908. Había de todo, Jamón Serrano, Salmón, Aceite de Oliva, Leche Suiza #HistoFotoVE
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El Cura
Los Cañoneros
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En tiempos de la Colonia, entre los siglos
XVIII y XIX se desarrollaron y tuvieron gran auge en Venezuela las pulperías.
Estos establecimientos fueron los antecedentes de los abastos y las pulperías bodegas
que luego dieron paso a los supermercados. En Venezuela tuvieron vigencia hasta bien avanzado el siglo veinte.
Las pulperías tienen un origen antiguo, y llegaron
al Continente Americano desde la Península ibérica a través de los invasores
árabes que permanecieron 700 años dejando una profunda huella cultural. Estos
mercados persas y fenicios dieron origen a la pulpería, la cual se tiene como
un establecimiento comercial de factura americana. La historia relata que durante
la conquista a América, los españoles trajeron la influencia árabe o Zoco que
consistía en la venta de comidas, telas, especias asiáticas, mirra e inciensos.
Una
totuma de aguardiente
Los primeros pulperos fueron los canarios, quienes usaban como medidas y
pesos patrones de origen árabe, como el “almud o la fanega”. Los criollos americanos tenían como medida la totuma y era común escuchar a los
pobladores pedir en la pulpería “deme una totuma de aguardiente”.
Las pulperías acostumbraban a utilizar las trojas para el almacenamiento de
alimentos, que hacían en la parte alta del establecimiento y su acceso era con
una escalera. Eran de madera fuerte, para poder soportar grandes pesos como las
fanegas de café, de papelón (en panela), pescado salado y granos, entre otros rubros. Los
indígenas construían sus trojas tipo palafitos, hechas de madera y bejucos con espinas,
para evitar el acceso de los insectos y se comieran los alimentos almacenados. Estas
trojas ya no se usan para almacenar alimentos y ahora guardan allí herramientas
y equipos de trabajo para la agricultura y recolección de café.
Otro sistema de peso usado en las pulperías era
la romana, adoptado en Hispania durante el imperio Romano, un artefacto
que aun hoy se utiliza para pesar el café y el maíz por sacos.
Radio
Bemba
El bodeguero o pulpero era la persona más y mejor informada
del caserío. El conocía la “vida, obra y milagro” de su vecindario; las
muchachas de servicio o “servicio de adentro” le mantenían informado de
absolutamente todo lo que ocurría en los caserones de los alrededores. No había
secreto alguno que las chicas, tan parlanchinas ellas, no le contaran, previo
compromiso de “chiiito, esto es secreto”. Las novedades se repartían varias veces
al día, cada vez que las “chachas” iban a la pulpería por el mandado.
Estas jóvenes hacían las compras para el almuerzo a mitad
de mañana y en la tarde salían de nuevo a comprar cosas para la cena,
oportunidades que les permitían intercambiar la “información secreta” de
noticias y eventos de las respectivas casas donde trabajaban, para distraerse y
compartir un rato con otras muchachas del vecindario en la misma misión. Salían
de compras en las horas “pico” cuando había mucha gente en la bodega, y
mientras las atendían se disponían a “oír de otras casas y a contar de las
suyas” actualizando al atento bodeguero,
que escuchaba y retenía e intercambiaba información. El pulpero era pues, la
persona mejor informada de la vecindad.
Las novedades más apreciadas y comentadas eran “las relacionadas
con embarazos, peleas, divorcios, desempleados, reclutaos, enfermos, retrasos
en la regla, en fin todo género de chismes y maledicencias”, cuenta don Rafael Ramón
Castellanos, filósofo, historiador, autor del libro “Historia de la
Pulpería en Venezuela” y regente de La Gran
Pulpería de Libros Venezolanos, un
verdadero templo del buscador de rarezas bibliográficas y del coleccionista de
curiosidades de época, ubicado en Chacaíto, precisamente donde antaño estuvo
una de las principales pulperías de Caracas.
Las pulperías y bodegas eran el mejor centro de acopio de información
de la vida ajena. El pulpero era el jefe
de la situación y de los chismes. Ejercía a cabalidad su papel de Radio Bemba,
recabando y repartiendo las novedades que ocurrían en el interior de las casas
de toda la vecindad.
Estos bodegueros atendían de forma rapidita a las feítas y
a las bonitas las dejaban de último y para alegrarlas y conquistarlas con
pedacitos de papelón con queso o con una ñapita de más y a veces ofreciéndole
un par de pepas de ponsigué. Estas
muchachas iban muy arregladitas a la bodega,
pues de manera permanente se encontraban con jóvenes y viejos de la
vecindad, tomando licorcito en pocillos, listos para atacarlas, y ellas gozaban
riendo y quitándoselos de encima, defendiendo su honor e integridad, pues ellas
mismas decían “nunca se la daré a cualquier enamorao de esquina, porque después
que se comen te dejan colgando”.
Las
primeras pulperías
Carmen la que Contaba 16 años
Los Cañoneros
Durante la colonia la mayor actividad económica
y popular de Caracas era alrededor de la Plaza San Jacinto, donde estaba
ubicado el Mercado Mayor de Caracas. Allí se abrieron los portales, que fueron los antecedentes de las pulperías. Las
pulperías se instalaron en viviendas de grandes corredores exteriores y en
otros locales de tres puertas, situados en las esquinas. Las grandes pulperías
caraqueñas llegaron a ser verdaderos centros comerciales de la época.
En la sociedad caraqueña de ese período las
figuras más relevantes era la autoridad del rey y el clerical, el cura que iba
con la cruz por delante. Estaban presentes el alguacil, el misionero y el
comerciante. Para que hubiese economía tenía que haber alguien que comprase o
cambiase a los agricultores e indígenas lo que ellos producían por lo que
necesitaban, como aceite o especias. Así pues el pulpero, el alcalde, el
alguacil y el cura echaron la base de la formación de todas las ciudades
españolas de América.
Dicen los cronistas que las grandes pulperías
caraqueñas llegaron a ser los verdaderos centros comerciales de la época, que
geográficamente estaban emplazados en los cruces de caminos, alcabalas o en la
entrada a las ciudades. Una estampa muy común de esos años coloniales refleja
la usanza en el vestir siempre de manera elegante con el infaltable sombrero,
que usaban incluso los niños.
“Esas pulperías tenían posada y terreno
suficientemente sembrado de pasto para los arreos. El arriero jugaba un papel
muy importante en la historia de la economía colonial y lo siguió jugando en la
historia del abasto y aquí en Caracas hasta los años cuarenta. El lechero
andaba en su burrito repartiendo la leche por La Pastora. Todavía en los años
cincuenta descargaban en Caño Amarillo arreos de mulas. De Galipán siguieron
bajando en mula flores y hortalizas hasta los años setenta”, se recuerda
todavía.
Comida, bebidas y todo para su belleza
En estas pulperías se vendía de todo, expendían velas de sebo,
kerosene, tabaco en rama, ajo, pescado salado, manteca de cochino, cambures,
papelón, queso blanco duro, caráotas, maíz, huevos, alpargatas, jabón,
melcochas, caramelos, pastas, comino, café, nepe, sombreros de cogollo,
sardinas y catalinas; y alguna que otra pulpería vendían artículos de lujo como
-por ejemplo- el Ponche Crema de
Eliodoro González P., talcos Mennen
y polvo Sonrisas , las lociones Flor de Amor, Majestic, Gloria de París y la
Royal Begonia.
Buena clientela tenían las brillantinas Roger & Gallet, la Violet y Palmolive; cigarrillos Alfa y Negro Primero, Avena Quaker y harina lacteada Nestlé, las cremas dentales Kolynos y Colgate, chocolate El Indio,
Creolina, ceras para pulir pisos Johnson, Jamón Premiun, Jabón Las Llaves, Insecticida Flit, Sal de Fruta Eno, Glostora, Brylcreem, máquinas
y hojas de afeitar Genn, entre
muchísimos otros productos que comenzaban a invadir el mercado nacional.
Precios
que no volverán
Y las
ofertas como en los mercados libres: carne de res (pulpa, costilla o ganso), y
chuletas de cochino, a 2,oo Bs., el kilo; caraotas negras, a Bs., 0,50 el kilo;
huevos a 8 por bolívar; queso blanco duro, a Bs., 1,20 el kilo; plátanos a 12
por bolívar. En la pulpería de Alfredo Herrera tenía un tonel de madera lleno
cambures. Cuando alguna persona le pedía medio (Bs.,0,25) de cambures, él decía
“coma y llévese los que pueda en una mano”.
@ElbaRomeroLopez
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