También retamos a los ríos, al propio padre río (1/2)
EL DELTA DE LOS WARAOS
(Oscar Cedeño)
http://youtu.be/qAmXD2u9apQ
Nuevamente este año todas las miradas se vuelcan hacia Tucupita, capital del estado Delta Amacuro, situada a las márgenes del río Orinoco, el padre de los ríos, ante la gran competencia anual de cruzar a nado a la serpiente enroscada, como llaman los indios al río Orinoco en lengua tamanaco.
El cruce a nado del río más largo de Venezuela (2.140 kilómetros de recorrido) con un flujo de agua de 30 mil metros cúbicos por segundos es una de las competencias deportivas más importante de todo el año en Venezuela.
El primer cruce a nado del padre río se hizo el 8 de abril de 1988, por iniciativa de Rubén Navarro, capitán León Monzón, Alcides Pereira, Francisco Vásquez, Ángel Fajardo y Adulfo Castillo, a través de la fundación “CRUCE A NADO DEL RÍO ORINOCO Y SUS SECTORES RIBEREÑOS”, con recursos propios y poca autogestión, con el patrocinio del Concejo Municipal.
La premiación de esa primera vez fue de una sola categoría, que ganó LUÍS MÁRQUEZ en un tiempo de 38 minutos con 28 segundos, quien compitió contra 26 nadadores, entre quienes sólo seis llegaron a la meta.
El cruce a nado del tercer río más caudaloso del mundo, el propio Orinoco Padre Río (en mayúscula y resaltado para que no quede duda de quién manda aquí), es un gran reto que eleva al máximo la adrenalina de los mejores nadadores de Venezuela. El interés es especialmente alto en los nadadores deltanos, los del estado Bolívar y otros estados circunvecinos. La competencia involucra a los dos más importantes ríos: Orinoco y Caroní, que confluyen a un mismo punto sin que sus aguas lleguen a mezclarse.
Esta confluencia produce el asombroso y espectacular fenómeno natural de la convergencia de ambos cursos de agua dulce. Es el espectáculo. Padre e hijo frente a frente, tomados de la mano, corriendo juntos.
La distancia, las corrientes, remolinos y visibilidad prácticamente nula de las aguas, convierten a esta competencia en el gran reto de los atletas que aceptan este desafío –o ¿son ellos los que retan al padre río?- sin importarles lo que esta provocación conlleva y les exige. De todas maneras, el reto es un hecho añejo. Los participantes hacen lo posible y hasta lo imposible para alcanzar la meta.
La magnitud de este cauce que los nadadores deben cruzar es el mayor atractivo. Hace la diferencia entre este reto y todos los demás retos juntos. Es una justa de alta exigencia. Pasa desde hace muchos años. Todos los años. Esta competencia ya es mayor de edad. Ya es tradición. Anualmente acuden a esta cita deportiva nadadores de todo el país.
Me atrevo contigo río Orinoco
La carrera se realiza cada año, justo río abajo de donde el Orinoco se une con el río Caroní, a pesar de que las rápidas corrientes dificultan la prueba. Los nadadores deben bracear duro, magistralmente y con ánimo para salvar la distancia de aproximadamente 3,2 kilómetros entre uno y otro río. El número de competidores oscila entre 700 y 900 nadadores.
Francamente les digo que no sé exactamente como llamarles, si competidores, nadadores, retadores, alzaos o simplemente VENEZOLANOS; porque enfrentar este reto no significa otra cosa sino exactamente esto: SOMOS VENEZOLANOS. El miedo se asusta con los venezolanos.
Y los venezolanos nos enfrentamos a todo. Los obstáculos le temen a los venezolanos. Hasta la inmensidad del mismísimo padre río lo piensa, lo sopesa, duda.
Retamos hasta el propio Orinoco. El padre. El río. El gran río. Lo retamos. Es nuestra estirpe.
Cuando crece el Orinoco
El gran reto anual siempre es por estas fechas. Cuando crece el Orinoco, cuando aumenta su caudal debido al ciclo de invierno. Cuando llueve, llueve y llueve y no escampa. Hace muchísimo tiempo que el padre río no se sale de su cauce. “No se sale de madre”, dicen algunos. Lejísimo en el tiempo se quedaron aquellas grandes crecidas de antaño. Las inundaciones también se quedaron allá lejos en el ayer.
Alimentado por el Caroní, el río Orinoco aumenta su cauce de manera considerable, o apenas unos metros, hasta el punto de permitir el paso de barcos de hasta 80 mil toneladas, en las que diariamente sale el aluminio, hierro y acero producido por las empresas básicas de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG). Yo todavía recuerdo la sirena de los barcos grandísimos que atracaban a la orilla del Orinoco, al final de la Avenida El Cementerio, donde vivíamos en Tucupita. Venían de Trinidad y otras islas.
Era una fiesta. Todos los niños corríamos desaforadamente –si era con las alpargatas, zapatos, cholas y demás parentela en la mano, era mejor y de lo más sabroso- a ver quién llegaba primero a la orilla del señor río. Y quién subía primero al barco, casi sin esperar que tendieran la escalerilla o abrieran las puertas de ese navío. Éramos acróbatas. Eso fue hermoso. Fue la gran vivencia.
El Orinoco sabe de ese bullicio, oyó el gran barullo que hacíamos todos los niños de entonces a su orilla. Frente a él. También nos metíamos y nos bañamos en sus aguas. ¿Le sacábamos la lengua al padre río? ¿Alguien recuerda algo de eso? Si alguien sabe de eso le agradezco que me refresque la memoria.
En el atrevimiento que es atravesar a nado el río Orinoco, en una distancia de 3,1 kilómetros (1,9 millas), pasa que un pequeño grupo o muchos nadadores logran llegar a la meta nadando contra la corriente. Y ocurre también que muchos otros audaces nadadores son arrastrados río abajo por la corriente del señor don Padre Río Orinoco y se salvan porque son recogidos por botes.
De todas maneras ellos estuvieron allí, tuvieron la osadía y retaron al Orinoco Padre Río. Los nadadores dicen que las rápidas corrientes dificultan la competencia. “Solamente cruzar es un reto”, dicen esos audaces. René Alvarez, un biólogo marino venezolano de 41 años, compitió más allá de cinco veces; la quinta ocasión terminó en segundo lugar en su categoría por edad años atrás.
“Me gusta porque es un evento que es nunca igual… este año era muy, muy fuerte el Orinoco y muy suave el Caroní”, agregó Alvarez. “Como depende mucho de la corriente, hay mucha estrategia”, agregó. Los atletas nadan primero a través de las aguas lodosas del Orinoco, con su cauce crecido debido a las lluvias, antes de cruzar a las aguas más oscuras del Caroní.
Aquí no termina esto. El cruce a nado del Orinoco y Caroní es un gran reto. Continuaré averiguando hasta lo más mínimo sobre esta competencia. Haré un levantamiento sobre los mejores tiempos, quien batió récords, superó marcas y que más hizo. Nombres, edades, trayectoria, pasado, presente y futuro, todo. Todo lo voy a averiguar. Quizás hasta me decido a hacer un Libro de Récord´s Venezolano a partir de la importancia de esta gran competencia. Será así señor don Padre Río.
Así es de inmenso el Padre Río Orinoco |
Aquí no termina esto. El cruce a nado del Orinoco y Caroní es un gran reto. Continuaré averiguando hasta lo más mínimo sobre esta competencia. Haré un levantamiento sobre los mejores tiempos, quien batió récords, superó marcas y que más hizo. Nombres, edades, trayectoria, pasado, presente y futuro, todo. Todo lo voy a averiguar. Quizás hasta me decido a hacer un Libro de Récord´s Venezolano a partir de la importancia de esta gran competencia. Será así señor don Padre Río.
Estos audaces se metieron con el propio Padre Río y el que se mete con usted, se mete conmigo. Los muy osados esos. Los muy alzaos. Habrase visto tamaña osadía. Se atrevieron, se atreven, nada más y nada menos que con el Orinoco, el segundo delta del continente americano. El Delta del Orinoco, el de 40 canales principales que transportan sus aguas hacia el océano Atlántico.
El Delta del Orinoco son 25 mil kilómetros cuadrados. Señores nadadores, mis respetos. Señor Padre Río Orinoco lo respeto, mi mayor respeto es para usted. No humillo mi mirada ante usted, porque tengo que mirarlo con la cabeza en alto para poder admirar cada centímetro cúbico de agua de su inmensidad.
Dicen quique el Orinoco es el tercero del mundo. ¿Cuál tercero? ¿Qué tercero? No señor, no es así. En mi escala de valores usted es el primero. Pónganse bravo quienquiera, es el primero. Ah pues. Adióooooooo. ¡Mijito!
Investigación y texto:
Elba Romero López
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El río Caroní también tiene su estirpe
Disculpen el gazapo. Otra vez. No se debe decir ni escribir pónganse bravo quienquiera.Yo lo escribí mal. Que pena con todos estos señores.
ResponderEliminarLo que aprendí en la Gramática de Don Andrés Bello, es que cuando es plural debe decirse: pónganse bravos quienes quiera,
Si es modo singular:(...) quien quiera.
Se aprende en primaria, se refuerza en bachillerato y si usted quiere lo refrenda con otros estudios.
Saludos.
En aquellos tiempos también mis hermanos mayores y mis primos cruzaban de una a otra orilla -no hasta llegar al río Caroní, no señor. Eso es otra cosa-. Pero se la pasaban en eso. Nade hasta allá, regrese para acá. Hágalo de nuevo.
ResponderEliminarPor razones del mestizaje, todos ellos son negros(en la estirpe de la saga de las López) resalta el negro -el negro es dominante en cualquier mezcla- pero metidos en el río Orinoco varias horas al día se veían más negros todavía. Se tomaban todo el sol para ellos.
Mi primo "Tripita" González allá en Tucupita, sabe mucho de esto. El era uno de ellos. Que lo diga.
En otro momento les contaré una anécdota de cuando volvimos a Tucupita después de muchos años y anduvimos horas y horas por toda la ciudad preguntando por Héctor González López por todas parte. Supuestamente nadie lo conocía. Dijimos una frase mágica: ¿Alguien conoce a "Tripita"? Todo Tucupita sabía quién era, sabe quién es este popular personaje.
Hace varias generaciones de eso y todas esas generaciones saben quién es Tripita. Yo nací allá y no me conocen. A "Tripita" sí. Ese es mi primo.