1) El Ibérico fue introducido por el sur en la Península Ibérica por los Bereberes, se extendieron por esos lares recibiendo la denominación de íberos. Este morfotipo poseía una morfología semejante a la del caballo africano berberisco, se caracterizaba por presentar un cuerpo regular, bella cabeza y ancas feas, de medidas eumétricas y de tipo mongólico, de perfil convexo y grupa redondeada.
2) El Fieldón era un ejemplar eumétrico, de unas siete cuartas de alzada de tipo tarpanico, con una cabeza grande de perfil recto, cuello corto y recto, pecho estrecho y una grupa tendiendo a la horizontalidad. Una de las características más resaltantes de este morfotipo era el paso en ambladura o andadura. Se dice que eran caballos grandes y de valor.
3) El Asturcon, es un caballo de menor tamaño, usualmente de zonas montañosas, pero confinado a la zona de Asturias. Este morfotipo no tuvo mayor influencia en la formación de la caballada ibérica por las limitaciones topográficas.
Con la conquista de los árabes a la región, ellos seleccionaron y mejoraron al caballo que allí encontraron, quizás hicieron algunas cruzas con caballos indígenas de la Península, como por ejemplo el Soraya, y obtuvieron el caballo del Al-Andaluz o Andalucí. Posteriormente, cuando los cristianos reconquistarían sus tierras, crearon una yeguada en Valdeburón, cerca de los Picos de Europa, donde se criaban caballos Fieldones, dando origen a la raza Castellano-Leonesa.
Esta se caracterizaba por no ser muy grandes, pues no solían rebasar las siete cuartas de alzada, su cabeza era grande, recta y descarnada, su cuello corto recto y delgado, su cruz alta, su dorso semirrecto, ancho, aplomos regulares, articulaciones enjutas y con pelo basto.
Con esta raza de caballos los cristianos hicieron toda la reconquista de la Península, se comenta que en aquellos tiempos, en los que se peleaba con armaduras y arneses de hierro y donde el caballo sufría la fatiga de la guerra cargado con 13 a 14 arrobas de peso (la arroba equivale a 25 kg), prueban con suficiencia la abundante bondad y guapeza de los caballos Castellanos-Leoneses en la edad media.
Durante esa época se produce el enfrentamiento de dos religiones, dos culturas, dos tácticas de guerra, dos caballerías y por supuesto, de dos tipos de caballos.
Como anécdota curiosa, se registró que los Cristianos como táctica de guerra trataban de arrollar al enemigo mediante el choque frontal, con una formación en bloque, con caballeros cubiertos de armaduras, montados a la brida con unos caballos muy fuertes cubiertos también de armaduras y embrazando el lanzón, este era el Caballo Castellano Leones. Por su parte, los Musulmanes trataban de evitar el choque frontal rodeando al enemigo con nubes de flechas hasta agotarlo y acabarlo, usando caballos mas ligeros, los Andalusís, los cuales no llevaban armaduras y los montaban a la jineta.
Representación de Saladino venciendo a Guido de Luriñám, rey de Jerusalén, le arrebata la Santa Cruz, según el códice del Corpus Christi (Hacia1.240. Corpus Christi College. Cambrige).
Años más tarde, Alfonso VIII en la Batalla de la Navas de Tolosa, abre el paso de Despeñaperros hacia al Valle de Guadalquivir. Gracias a él, Fernando III penetra con sus tropas, y finalmente después de 28 años de guerra conquista todo el Al-Andaluz, excepto el reino de Granada.
Una vez dominados los Mudéjares se les prohibía la posesión de caballos que les permitieran levantarse en armas, por lo cual ellos se vieron obligados a cruzar sus yeguas con caballos Castellano-Leoneses, dejando las potrancas en España para seguir la producción de mulas y los potros los vendían en Portugal.
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