Venezuela
es país firmante de la Convención Universal
Sobre Derecho de Autor, un conjunto de normas jurídicas y principios que
regulan los derechos morales y patrimoniales que la ley concede a los autores
(los derechos de autor), por la creación de una obra literaria, artística,
musical, científica o didáctica, esté publicada o inédita.
Reconocido
como uno de los derechos humanos fundamentales en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la legislación sobre
derechos de autor en Occidente se inició en 1710 con el Estatuto de la Reina
Ana.
Esta
legislación establece un tiempo determinado de duración de este derecho- el
plazo mínimo, a nivel mundial, es de 50 años y está establecido en el Convenio
de Berna-cumplido el cual la obra pasa al dominio público por expiración de los
derechos patrimoniales.
Esto
sucede una vez trascurrido un plazo desde la muerte del autor (post mortem
auctoris). Con el paso del tiempo, muchos países han extendido ese plazo mucho
más allá de los 50 años. Por ejemplo, en el Derecho europeo, son 70 años desde
la muerte del autor. Transcurrido ese tiempo, dicha obra puede ser utilizada en
forma libre, respetando los derechos morales.
De esa
legislación extraje algunos puntos clave de esta Ley de carácter universal, que
es necesario conocer y se sepa el alcance de su no aplicación, como está
ocurriendo en Venezuela, donde se ignoran los derechos de autor.
La buena radio de los comicios
En
Venezuela hubo una época de esplendor de la música autóctona y popular compuesta
e interpretada por autores venezolanos. Este tiempo se ubica entre 1945 y diez años
después cuando el país había superado la dictadura del general Marcos Pérez
Jiménez, todavía se seguía difundiendo la música venezolana y se identificaba
al autor o autores, el ritmo de la melodía, arpista, cuatrista y maraquero.
Todavía era
“música de a pie” (definición mía), es decir, aun Juan Vicente Torrealba no
había introducido el bajo. Esa música así acompañada se oía bellísima desde la
madrugada. Porque hay que recordar que todos las programaciones radiales
comenzaban con el Himno Nacional –a veces el Himno regional del estado desde
donde transmitía la radioemisora- y luego un programa matutino de música
criolla.
Era como
un culto, sin llegar a rito, que se repetía al final de la transmisión de la
emisora: el cierre era con música venezolana. Se difundía primero la música venezolana y después la
programación incluía música de Colombia, México y otros países, pero
fundamentalmente de Colombia y México.
Los
locutores tenían una amplia cultura general, respetaban a los oyentes, a
quienes informaban sobre aspectos relevantes de la música radiada.
Locutores desinformados y
despreocupados
A partir
de la masificación del otorgamiento de certificados de locutor comercial, el
panorama cambió totalmente. Y lo hizo para peor. Ya no fueron a trabajar en radio los
locutores bien preparados de los años iniciales (en la televisión es muy poca
la difusión de la música venezolana). La cultura, que tuvo lugar preferente
desde las primeras transmisiones de la emisora AYRE, salió cabizbaja, calladita,
por la puerta de atrás y le cerraron las puertas.
Esto se
tradujo en un desmejoramiento de la calidad de los programas. En muchos casos,
la responsabilidad social se transformó en franca competencia del locutor que
busca “venderse” como el mejor, como si de un producto o marca se tratase.
Ya no se
consideró necesario identificar a los cultores de la música venezolana; y del
conjunto que acompaña ni se habla. De esa forma han venido cayendo en el olvido
los compositores y los músicos. Los locutores actúan más como simples
anunciadores de canciones.
Gracias a
esto hay un gran desconocimiento en la población de quiénes son los autores y
compositores, quién compuso X melodía ni quién fue el primero que lo grabó. Se
le atribuye al primer cantante que se la oiga. Pasa, por ejemplo, con El Pavo Real,
compuesta por César del Ávila. Todos
le atribuyen la autoría a José Luis Rodríguez, porque hizo una mala versión que
a todos encantó; y él que se siente feliz por ello y nunca le ha dado sus
créditos al autor.
Quejas y reclamos
Similar situación se observa con la mayoría de los promotores de las redes sociales, quienes primero se promocionan ellos y si queda espacio dicen quién canta y quiénes acompañan.
José Gregorio Millán Martínez también comentó su estado. |
Comparto plenamente lo expresado en este trabajo y -para variar- añadiré algo:
ResponderEliminarEn efecto, José Luís Rodríguez cosechó aplausos, éxito y dinero con ese híbrido del SEIS NUMERAO (Compuesto por Víctor Vera Morales como PALABREO DE LA NUMERACION, convertido en Joropo con música del folklore) y EL PAVO REAL (autoría de César Arrechadera, quien se acompañaba con la guitarra en sus presentaciones como César del Avila, y que en alguna oportunidad fue Agregado Cultural de Venezuela en Chile).
Personalmente vivo en un constante peregrinar investigativo, para evitar -en lo posible- que se desvirtúen, omitan o pierdan los créditos de autores e intérpretes.