El Cojo Ilustrado se publicó desde 1892 a 1913.
Aún no ha sido superada como revista.
“El
llanero domador”.
Dibujo de Celestino Martínez,
litografiado por Celestino y Jerónimo Martínez aparecido en la
portada del primer número de El Cojo Ilustrado.
La Merienda, foto Henrique Avril, primer fotográfo de Venezuela
La música de entonces (1900)
(Vicente Flores *)
ALMA VENEZOLANA LORENZO HERRERA.mp3 2320 kb Reproducir Descargar |
EL COLETON LORENZO HERRERA.mp3 3022 kb Reproducir Descargar
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07 Corrio de La Suegra.mp3 2750 kb Reproducir Descargar |
08 Compañero No Soy Guapo.mp3 2663 kb Reproducir Descargar |
09 La negrita Josefina.mp3 2770 kb Reproducir Descargar |
10 El Joropo.mp3 3074 kb Reproducir Descargar
(enviados por Jhonny Díaz A.)
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“El Cojo Ilustrado” fue una revista
literaria que se mantuvo en circulación durante 22 años y cinco meses. Fundada
por Jesús María Herrera Irigoyen,
comenzó a circular el 1º de enero de 1982 hasta el 1º de abril de 1915, período durante el cual
reflejó en sus páginas la realidad de Venezuela. Fue leída, incluso fuera de
Venezuela, sirviendo de referencia en el continente americano.
El nombre de la revista
literaria se lo puso uno de sus fundadores, MANUEL MARÍA ECHEZURÍA, quien era cojo y tomó su defecto físico
para darle nombre a esta gran obra literaria. Algunos historiadores han dicho
que la palabra “ilustrado” se debió a las magníficas y abundantes ilustraciones
que adornaban las publicaciones.
El Cojo Ilustrado usó el costumbrismo y
la sátira para la crítica a los gobiernos de turno, sin comprometerse ni
exponerse a sanciones que impidieran la circulación de la revista. Este estilo
le permitía ejercer también una función moralizadora y educativa.
El
primer número de esta revista se publicó el 1 de enero de 1892 y el último tiene fecha de 1 de abril de 1915. Desde su
aparición en 1892
y durante veintidós años y cinco meses esta publicación reflejó en sus páginas
la vida del país.
Cuentan los historiadores
que en Venezuela el modernismo giró en torno a esta revista de gran importancia
literaria, la cual, además, según el
escritor dominicano Max Henrique Ureña,
fue “una de
las mejores revistas de América”, destacada entre los intelectuales y
sociedades en toda América.
A El
Cojo Ilustrado se
le consideró un órgano del modernismo pues en sus páginas y columnas no solo
estaban los mejores poetas y escritores venezolanos sino que también tenían
cabida artistas de todas partes del mundo. Fue uno de los primeros periódicos que
en Venezuela tuvo un taller de fotograbado mecánico. Fue una publicación periódica
moderna, ejemplo de crítica literaria.
Ilustrando al país y el mundo
El Cojo Ilustrado tenía más de 3.000
suscriptores a nivel nacional e internacional. El abono mensual por dos
revistas era de 4 bolívares y el número suelto valía 2 bolívares. El formato de
la revista media 32 por 23 centímetros, con 16 páginas a 3 columnas. Jamás fue
contraria a los gobiernos, mantenía una línea fundamentalmente cultural.
Desde su aparición en 1892, el
quincenario El
Cojo Ilustrado fue un espacio abierto para la literatura, publicando
las actividades culturales que se
desarrollaban a diario en aquella Caracas de antaño, poniendo énfasis muy
especialmente, en el quehacer musical a través de reseñas, críticas o
comentarios de conciertos, temporadas de ópera y zarzuela, semblanzas de
compositores e intérpretes, ilustradas con sus litografías o dibujos.
Durante mucho tiempo El Cojo
Ilustrado publicó un suplemento
musical que contenía partituras con composiciones ‘de moda' de los autores
venezolanos más importantes de la época. Obras para piano, para canto y piano y
‘melopeas' o recitaciones con acompañamiento musical estaban al alcance de los
lectores-intérpretes.
En esta revista
literaria se publicaron las distintas expresiones literarias venezolanas y
extranjeras. El
Cojo Ilustrado permitió el
conocimiento de nuevas formas de expresión artística y dio a sus lectores el
placer de enriquecerse a distintos niveles culturales.
En “El Cojo Ilustrado” se publicaron escritos sobre las ciencias, las
artes, la historia, la industria, la vida intelectual y, en general, la
actualidad en todos los ramos del saber. Tenía publicidad y avisos, a través de
los cuales se puede tener información importante respecto del entorno social de los lectores de esta
revista.
Etapas de El Cojo Ilustrado
Esta revista literaria
circuló en una primera etapa en el
año 1881,
como un pequeño boletín con características comerciales que se distribuía de
manera gratuita (Alario, 1995, p. 94). En el año 1892 el proyecto de El Cojo
Ilustrado resurgió, pero con un estilo y una presentación totalmente
diferentes a su versión original.
En esta segunda fase El Cojo
Ilustrado salió a la luz pública
el 1 de enero
1892, bajo la dirección de Manuel
Revenga, con el patrocinio económico de la empresa de cigarrillos “El Cojo”, fundada por Manuel María Echezuría. El socio de esta
empresa, Jesús María Herrera Irigoyen,
fue quien concibió la publicación y dirigió la revista a partir de su tercer
año de circulación.
A esta publicación se le
consideró una de las revistas culturales más importantes de Venezuela durante
el período literario del siglo XIX y
principios siglo XX, época en la
cual tomaron auge las corrientes modernistas.
El nacimiento de El Cojo Ilustrado está
íntimamente relacionado
con el proyecto modernizador del gobierno de
Antonio Guzmán Blanco, el cual (debería ser “quien”) abogó de manera
significativa en beneficio de la burguesía venezolana emergente. Los beneficios
que recibió este sector económico y comercial, con el condicionamiento de la
población a comprar las mercancías en el mercado local gracias a una política
industrial nacionalista, llevaron a esta elite a apoyar decididamente la
expansión de sus espacios operativos (Alcibíades, 1995, p. 41).
Costumbrismo y sátira en El Cojo Ilustrado
En El Cojo Ilustrado dejaron sus crónicas escritores reconocidos de
Venezuela, pertenecientes en su mayoría a la tercera etapa del costumbrismo, entre
ellos NICANOR BOLET PERAZA, FRANCISCO DE
SALES PÉREZ, EUGENIO MÉNDEZ MENDOZA, J.J. BRECA, al igual que otros que
empleaban seudónimos o eran de menor renombre (Hércules, David, por ejemplo).
En esos años era muy
frecuente el humor, a través de figuras retóricas como la sátira, la ironía y el vocabulario popular, en especial por la
finalidad educativa, edificante y moralizante de El Cojo Ilustrado, que buscaba crear
conciencia en la ciudadanía, instaurar los valores y orientar el comportamiento
de acuerdo a las normas, a través de un lenguaje sencillo y entretenido que
llegaba de forma amena al lector.
En esa tercera y última
etapa del costumbrismo (1864-1885) comenzó
a aflorar la crítica social y a enaltecerse los principios de ciudadanía, moral
y buenas costumbres. Estos escritos costumbristas se construyeron entre los
límites del periodismo, pues narraban acontecimientos, anécdotas cotidianas y
actuales, pero con un estilo literario particular, a través del empleo del
humor, la hipérbole (exageración, rimbombancia, ponderación, exceso) y la
sátira.
El lenguaje y el humor
que empleaban los escritores costumbristas en El Cojo Ilustrado, les permitía
dirigir sus críticas hacia la sociedad y el gobierno de turno intentando evadir
las restricciones, incluso a pesar de que la revista, en sus primeros años
mantenía una abierta postura a favor de los ideales de progreso y desarrollo
del gobierno guzmancista.
A Dios rogando y con el mazo dando
Los escritores costumbristas se valieron de esa
carga humorística
que imprimían a sus artículos para canalizar
sus opiniones y maneras de pensar, a través de estrategias discursivas que les
permitieran superar las barreras y temores hacia el régimen imperante y ejercer
la crítica corrosiva, con fines correctivos, a los hábitos y comportamientos en
todos los niveles de la sociedad.
Durante el primer año
de El Cojo
Ilustrado destacaron los
artículos de costumbre de FRANCISCO DE
SALES PÉREZ, quien fue un asiduo escritor en los inicios de la publicación.
En la gran mayoría de sus colaboraciones ejerció la crítica hacia el poder, a
través de escritos que tenían un profundo sentido del humor y empleaban muy
bien la alegoría para referirse indirectamente a situaciones de la vida
cotidiana, como la lisonja, la adulación a los políticos de turno, el abuso de
poder, el ataque hacia los leguleyos, la deshonestidad, la deslealtad, la
búsqueda de la riqueza fácil, entre otros temas.
Sales Pérez publicó una
buena cantidad de cuadros y artículos costumbristas que bien valen la pena
analizar; a grandes rasgos ejerció un cuestionamiento en contra las
desviaciones de la sociedad por la ambición en el terreno político. Empleó un
manejo inteligente del lenguaje con una fuerte carga humorística y satírica,
para intentar dirigir opiniones sin censura y matizar de manera prudente la
relación de sus artículos con el contexto político de la época.
Comunicación, Cultura y Sociedad
El artículo “Las
Reputaciones” ejemplifica bien la temática que empleaban los
escritores costumbristas y sus estrategias discursivas. Este se refiere a
personas que han ganado tributos y elogios, específicamente los gobernantes y
militares, cuando realmente se oculta detrás de éstos una historia de
deshonestidad y abusos. He aquí un fragmento del artículo:
La reputación no es otra
cosa que el concepto que los demás forman de un hombre. Favorable ó adverso,
falso ó verdadero, ese juicio público es un fallo inapelable. Pero como el
error es el patrimonio del hombre, yo creo que la mayor parte de las veces se
equivoca en sus juicios. De ahí vienen tantas reputaciones usurpadas, tanto
pedazo de barril vil convertido en celebridad por los caprichos de la fortuna,
por el interés de los unos, la debilidad de los otros y por la aceptación
inconsciente de la gran mayoría. Voy á probar lo que digo con ejemplos vivos,
pero como nadie querrá servirme de modelo, tengo que presentarme yo mismo (…) (Sales, 1982, p.
7).
Picón
Salas (1980) clasificó el costumbrismo a partir de tres grandes épocas. La
primera se extiende entre los años 1830 a 1848, etapa durante la cual predominaron
los artículos de JUAN MANUEL CAGIGAL,
FERMÍN TORO, RAFAEL MARÍA BARALT Y LUIS D. CORREA.
En la segunda época (1848-1864)
destacó DANIEL MENDOZA; y finalmente
en la tercera y última época (1864-1885) estuvo representado por ANDRÉS LEVEL, NICANOR BOLET PERAZA, TOSTA
GARCÍA, FRANCISCO DE SALES PÉREZ, FELIPE TEJERA, JOSÉ ANTONIO ESPINOZA, TULIO
FEBRES CORDERO, GONZÁLO PICÓN FEBRES, PEDRO EMILIO COLL, entre otros.
Otra
crónica del mismo año (Breca, 1982) recrea a un hombre pobre que se traslada a
Nueva York con la esperanza de mejorar su condición, pero durante su estadía él
simula a sus amistades y conocidos que posee una posición económica elevada.
Esta actitud le lleva a
pasar por fuertes tensiones y dificultades de las que al final resulta airoso y
sin que nadie se percate de su verdadero
origen. Las
aventuras de este pordiosero llevan al autor costumbrista a exaltar la
honradez, la verdad y a desplazar la vanidad y la mentira.
Sobresale en esta última
crónica una importante carga humorística que viene dada por las preocupaciones
del sujeto ante los aprietos en los que se ve envuelto, específicamente en el
compromiso de pagar una onerosa cuenta en un restaurant. Finalmente un juego de
pool lo saca de apuros mediante una apuesta que termina ganando.
El personaje de esta
crónica de costumbres es un pícaro que logra salir airoso de los entramados que
crea. Representa al típico latinoamericano aventurero que busca ascender
socialmente mediante subterfugios retóricos y estrategias deshonestas. Esta
crónica costumbrista ejerce una fuerte crítica a quienes pretenden erigirse y
demostrar fortaleza económica y política, cuando en realidad esconden una
profunda miseria moral y material.
Vocabulario Popular
En las ediciones
quincenales de El Cojo Ilustrado era costumbre leer vocablos populares como “trancazo”, “buenote”, “tontina”, “patiquín”, entre otros tomados del
pueblo. Abundaban los relatos costumbristas de la época, de costumbres que
tienen que ver con el ámbito urbano, la ciudad, además de espacios de
socialización como el bar o la cantina, que se prestan al tratamiento
humorístico.
Otros lugares en los cuales
se desarrollan los artículos son: el hospital, la casa de familia, el
vecindario, el funeral, la plaza pública, entre otras esferas de la
cotidianidad. * Música de Vicente Flores, aportada por Jhonny Díaz
Elba Romero López
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